viernes, 3 de abril de 2020

LAS OCHO

¿Ya son las ocho?

Como pasa el tiempo, que de pronto son años.

Hoy me encontré un teclado, a lo mejor escribo a partir de ahora, me falla el teclado del portátil viejo salen dos caracteres cuando pulso una tecla y tengo que borrar uno, de vez en cuando funciona, de ahí el mérito de los dos o tres textos que anteceden a este. Se apaga en cuanto lo mueves y se pierde todo, pero como ya lo he escrito, me da igual. No veo las letras en un trozo de pantalla que tiene un agujero negro, así me gusta a mí escribir a ciegas, contra todo y contra todos. 

Bueno, pues como siempre, me van a matar, pero estoy disfrutando más que mi Vacarisa en un charco. Nunca hubiera imaginado algo más efectivo que lo que está ocurriendo para que las personas despierten. Por fin no voy a ser la radical. Pienso sinceramente que exigiremos a partir de ahora más respeto a la naturaleza, a la sanidad pública y al futuro planeta de nuestros hijos.

Sueño de verdad con un mundo evolucionado, si hace falta cada año una pandemia, por mi vale.

Justicia verdadera, que los humanos solo somos humanos. Multas gordas por no reciclar que se inviertan directamente en servicios para ayudar a nuestro entorno. Análisis en las aguas de nuestros ríos, con encarcelamientos de políticos y responsables de daños medioambientales, con cierres de empresas que dañan, con control para la utilización de automóviles, con trasporte público gratuito, aunque no tengamos un duro, como si fuera una necesitad básica, la de cuidar nuestro planeta.

El libre albedrío se terminó, por fin. Después de esto, ¿seguiremos buscando solo nuestro bienestar?

Vacunas para nosotros, medicamentos para nosotros, todo para que sigamos como la langosta acabando con nuestro entorno.

Nos ha cambiado la vida. Cuando nace un hijo lo decimos con convencimiento. A partir de ese momento se nos terminaron las tonterías. Ya no nos afectan nimiedades que antes parecían trascendentales. Ya solo temes una cosa, que le pase algo, que te pase a ti y lo tengas que dejar solo. 

Exactamente lo que todos piensan ahora mismo, es como si hubiéramos parido ayer todo el mundo mundial. 

El que a partir de ahora no aproveche el tiempo, no mire al futuro como algo lejano e inalcanzable, el que a partir de ahora no viva como llevo yo viviendo desde los once años, es porque de verdad, ha nacido para ser planta, con todos mis respetos a las hermanas vegetales. 

Ahora las riego con un pulverizador y he buscado el lugar más adecuado para ellas, no para mi que no me estorben. Ahora les pongo un poquito de agua, no como antes que las bañaba por si no me acordaba de regar los próximos quince días. 

He puesto una colgando cerca de mi, es la forma de acordarme de regarla y sinceramente, ellas, también perciben la energía. Anoche estuve fumándome un cigarro con la vecina de casquera y la planta le pegaba cogotazos en la cabeza. No es broma, me hizo mucha gracia, pensé:

- Mira que es cansina - la planta, la vecina es muy bonica.

Voy a respetarlas y a cuidarlas como si fueran mías, ya sabéis muchos cual es el sentido de la propiedad que yo utilizo. Espero no parir muchas que no tengo tanto tiempo, entre gatos y plantas, hijos, nietos y perros, más mi barco que voy continuar construyendo como ya sabéis algunos que hago, que no se puede contar porque quizás hoy en día tenga denuncia, pero que espero que algún día alguien con poder decida que es la forma de terminar con las ruedas que sus abuelos dejaron en el mundo.  

En fin, que no me leáis los que lo hacéis, tampoco digo nada interesante, es más para mí el placer de escribir lo que me sale del potorro y escuchar como suenan las teclas de este teclado, llenitico de polvo que me encontré en las bolsas de la mudanza de mi hijo. 

Por cierto, que también lo han despedido, me alegro por él.