¡YA TENGO MAESTRO YODA DE LECTURA DE LIBROS INTERESANTES!
¡MI PACO, EL MEJOR!
En este país el acceso a un puesto de trabajo como maestro
es libre, por lo que ser maestro no te hace buena persona, hay
malas personas que aprueban las oposiciones aunque en su mayoría cumplen un
perfil de gente bonachona que le gustan los niños y que disfrutan con ellos por
lo que en el futuro serán buenísimos maestros.
Pasa que algunas veces cuando
escuchamos a nuestros hijos decirnos que el maestro está loco y que es muy malo
con ellos, nos activamos el automático que escuchamos de nuestros padres y le
quitamos hierro a la cosa diciendo que siempre es igual, que todos los
profesores te tienen manía. Pero no es verdad, observad en la vida de vuestros
hijos. Y si tenéis varios, observad en la vida de los demás.
Muchas son las
veces que vienen a casa contentos, riéndose, contándote cosas de maestros y
maestras que están como cabras y que los hacen felices a la vez que aprenden.
Muchas las ocasiones en que te tienes que poner el automático porque te
hablan de su día de p a pa, con pelos y señales hasta llevarte al
aburrimiento más absoluto, con lo que te pones en automático la cara de:¡qué feliz soy si eres feliz!
Por eso aunque nuestro hijo sea un bicho que no
quiere ir al colegio desde los tres años, debemos escucharlo e investigar
cuando algo va mal. Tira del hilo, busca otros afectados.
A veces, en nuestros
colegios, se nos cuelan malas personas que no fueron capaces de estudiar la
carrera que les gustaba y no les quedó más remedio que hacer magisterio, que es
más fácil.
Eso sería lo primero que deberíamos cambiar, el acceso a magisterio.
Que previamente se estudiara el perfil de la persona, como se hace en los
bomberos, o en los cuerpos de seguridad del estado. Que sean personas fuertes
de mente porque bregar con chiquillos es durísimo psicológicamente.
Que pasen pruebas psicotécnicas, de resistencia física y mental... Necesitamos una academia como la loca academia de policía pero para maestros, de donde la mitad de los aspirantes dimita y se dedique a otra cosa. Una academia
donde se les ponga en situaciones límite:
Una clase llena de “niños robores” diciendo las frases
típicas que interrumpen la clase, en el momento justo en que el docente se ha
lanzado y se están enterando todos los demás. Esa frase impertinente que
responderías con una mano abierta en to su cara, lanzada desde la espalda y
dejada muertecica unos segundos antes de impactar a modo de látigo:
-
Maestro, ¿puedo ir al servicio?
Pruebas de atar cordones, de limpiar mocos verdes, de primeros auxilios, de manejo de la situación ante padres y madres robores que se las saben todas...
Una vez superada la academia que comiencen a ejercer sin oposición, por notas en la academia, en periodo de prueba y sometidos a controles
psicológicos de por vida. Que su psicólogo sea su amigo, que puedan contarles sus problemas, que les ayude a llevar este trabajo tan duro.
Cursillos de
baile y cante, que se actualicen con las canciones infantiles, unas vacaciones
pagadas de vez en cuando y sobre todo, un masajista profesional a su servicio.
¡Ah! y un logopeda.
Todo para ellos, que todo el mundo quiera ser maestro, pero
que el acceso sea durísimo. Que estén bien cuidados, mimados, que sea una profesión
tan prestigiosa como la de médico o juez.
Ahora bien, si se detecta uno de esos, de los malos
maestros, que el resto lo repudie y la
administración lo despida. Que no hagan la vista gorda, que no colaboren y se
protejan, que el hoy por ti, mañana por mí, no vuelva a ocurrir.
¡Se me olvidaba! Y que los inspectores de educación, que
son la policía en este caso, no miren para otro lado y luego se rasguen las
vestiduras cuando ocurren caso que salen en los periódicos.
Que acudan a los
centros, que conozcan a los maestros de primera persona, que los vigilen
incluso cuando no tengan puesta ninguna denuncia, que cuando reciban una queja no rehagan el escrito enviado al padre anterior donde simplemente
se exime de toda responsabilidad al profesor y se les dice a los papás y
mamás, que no mimen tanto a sus hijos,
que es muy malo tener hijos únicos, que los padres de hoy en día tenemos muchas
leyes.
Me encanta cuando hablo para defender a mis hijos y mis hijas y me dejan meter
esa cuña tan impactante que no todo el mundo puede utilizar, ese momento en que
el que se insinúa que estoy muy pendiente o que lo mimo mucho y puedo decir:
-
¡TENGO CUATRO!