martes, 31 de diciembre de 2019

COMO SER FELIZ EN NAVIDAD


Todo el mundo en Navidad tiene una tripa rota. Unos porque viene mucha familia a la que tienen que atender, que tienen que cocinar, que tienen que limpiar y que están deseando que pasen estas fiestas para volver a la normalidad.


Otros tienen problemas con sus parejas, están más quemaos que la pipa un indio y encima tienen que sonreír cuando lo que tienen es ganas de meterle una patada al chiringuito.

Otros porque ya no tienen familia o la poca que le queda está cada día más dispersa. Odian estas fechas porque se encuentran solos, con lo a gusto que se está.

Es importante haber pasado un año malo para ser mucho más feliz que una mierda que te comas. No hay circunstancia que pueda con tu felicidad interior. Por muy mala que pienses que es tu vida, es la que tienes, de nada sirve renegar.



¿Cómo lo hago yo?

Compramos comida, la que más nos gusta a cada uno, la ponemos en la mesa y se sienta todo el mundo, no se cocina, no se recoge y se come lo que cada uno tiene ganas y el que no quiere o no puede venir, no viene. El día que venga, se hace la misma operación así por los siglos de los siglos aunque estemos ya en agosto. 

Se trata de disfrutar de lo que te toca en cada momento y pensar que quizás este sea el último año que estés así, en la circunstancia que te toque vivir.

Si estás solo, disfrútalo, que lo mismo el año que viene te echas un novio con muchos hijos insoportables, un montón de nietos que gritan y que te vuelven loco o loca. 


Levántate por la mañana, sal a la calle y no vuelvas, llama a quien de verdad te importa y pasa las horas como si fueran las últimas de tu vida.

Compra cosas precocinadas, no cocines ni vistas la mesa, alguien lo hará por ti. Si estas solo solísimo, canta fuerte y tomate unas cervezas de más, que para eso está el resto del año para mantener tu dieta.

Se firme en tu intención de ser feliz, ya sea caminando al sol o bajo la lluvia.

No limpies, no recojas que tu casa sea un puto desastre, no hagas la cama, como mucho organiza y barre un poco y a la calle.

Si tienes canas, ponte el tinte, no te mires al espejo diciendo que vieja estoy, que fea me he puesto, el año que viene estarás más vieja todavía, alégrate este año que estás solo vieja. 

Si tienes mocos, toma para la alergia, el resfriado y lo que te echen, abrígate y sal a la calle que se cura todo con la mera intención.

Si te duele algo, toma analgésicos y deja de pensar en eso.

Si estas en un hospital, líala parda, porque estás vivo, otros no pueden decir lo mismo.

Si no tienes pareja, pajéate esa noche coño, date un gusto pa ti y relájate. ¡VIVA EL SUBCIONADOR! 

Si, he sido yo la que he regalado esta Navidad a mis hijos guarreridas para que vivan su sexualidad en libertad y en soledad.

Si tienes pareja, disfrútala que el año que viene a lo mejor no tienes. Si estás enfadado o enfadada, tómate la pastilla y tócale el culo.

Si tus hijos están fuera, alégrate de lo que vivan, mejor fuera que en casa parados.

Si perdiste a seres queridos, piensa que así es la vida y que un día serás tú la que no estés, por lo tanto, mete el máximo de ruido mientras estés viva.

Joder, a ellos no le gustaría verte triste, piensa que es por ellos también, que aunque estén muertos siguen cerca siempre.

Así podría seguir escribiendo hasta el infinito y más allá. Supongo que muchos de vosotros estaréis maldiciéndome, pero es lo que hay, no estáis obligados a leer.

viernes, 27 de diciembre de 2019

SE TERMINA POR FIN


¡Qué poco queda para el final! ¿verdad?

Cuando hago cuentas sobre el trabajo, no puedo pedir más. Empecé pronto, desarrollé lo aprendido en mis modestos estudios, fui muy valorada, apreciada y creo que no lo hice mal del todo. Me gané el pan que me comí y el de mis hijos, ­ me pagaron bien. Aprendí muchas cosas cada día, gracias a mi trabajo. ¿Qué más se puede pedir? Repartí cariño y sonrisas, que me devolvieron multiplicadas. También hostias como panes, con esta lengua que me tocó en suerte, pero con el paso de los años, se me perdona todo porque ya soy muy vieja.

Hago cuentas y más cuentas, y siempre salgo ganando. Cuando comparo mi infancia con la de otros niños, salgo ganando. Pocos hicieron cabañas de dos pisos, pocos nadaron en el río y se la jugaron tantas veces como nosotros. Veo niños de hoy en día y nos veo a nosotros de niños y gano, Veo a los míos, mis niños, y ganan.

He dedicado cada minuto de mi vida a hacer felices a mis hijos y cashijos, porque me hacía feliz. A sacarlos de los atolladeros porque es lo que me gusta. Cada minuto que pase con mi nieta será estrujado hasta que no quede ni milésima de segundo. Abrir las puertas del tren y hasta que se cierren y no esté disfrutando al máximo.

Cuando pienso en lo que hice en mi adolescencia, en mi juventud, en maternidad y en mi recién estrenado nuevo parentesco, el de abuela. Pues no puedo pedir más. Empecé muy pronto de abuela, muy pronto de madre, muy pronto trabajando, pronto en todo para que la vida me dure más.

Cuando veo mi casa, mi campo, los frutos de mi vientre, de mi esfuerzo y el sudor de mi frente, no puedo decir que no es para estar tranquila, no está mal para una sola, parir tantos hijos y amontonar tantos ladrillos, cemento y yeso.

Estoy segura de que podré decir el día de mañana que he aprovechado la vida.

Ahora que veo como está la cosa de avanzada, la parte que me queda, como se van las personas que conocí cuando yo era “la joven”, me doy cuenta de que he gastado dos tercios de mi vida y que solo me queda uno.

Me pongo las pilas, a caminar, a seguir trabajando y a no parar de hacer lo que siempre hice.

No tengo miedo a nada que pueda pasar porque nunca será peor que lo que he pasado. Disfrutaré de todo, y que me perdonen las personas que les toque aguantarme, pero yo, disfrutaré de cualquier cosa mala que me pase por igual de la buena. Porque la mala se supera y se convierte en buena.

Cuidar de los demás para mí es un lujo, porque nadie tiene que cuidar de mí. Construir hasta no poder más otro lujo, porque puedo hacerlo, otros ya no pueden. Caminar, abrazar, cocinar malamente, besar y seguir en el candelero del amor, un gran privilegio, otros se rindieron hace tiempo.

Yo no me rindo, menos después de este año. Todo lo contrario, soy más feliz  que una niña chica, solo porque todo está bien. 

Disfrutaré de cada minuto del próximo año, por si acaso vienen fatigas gordas como las que he pasado este año tan brutal que termina por fin.

2020 que número más redondo. Confío en que traiga mucha felicidad para mí y para todos mis compañeros, y para mí primero.

lunes, 16 de diciembre de 2019

NI BUENA NI MALA


Cada día me siento menos madre, será porque cada día estoy más cerca de abandonarlos. Sé que soy su madre porque aparece en las autorizaciones del colegio y la justificación de las faltas, pero cada día que pasa pienso que se lo han creído todos de verdad. 

Cuando nacieron mis hijos, los miré y pensé: ¿Quién eres? 

Desde entonces fui asumiendo algunas de las cosas que decían que tenía que hacer como madre, otras no. La diferencia entre mi persona y otras madres, buenas o malas, da igual, es que yo soy consciente de que mis hijos son personas independientes, que tienen derecho a decidir sobre su vida, sobre todo, porque es la única que tienen y es suya, y porque como me he equivocado tantas veces en la mía, nunca sería capaz de decidir sobre la vida de otra persona, por muy hijo mío que digan que es. 

Siempre hago lo que hubieran hecho ellos. Si veo que quieren huir de un sitio, yo hago la soga con las sábanas, me convencen de cualquier locura. Eso, una madre no lo hace, pero es que yo, soy la persona que les acompaña desde que nos conocemos, solo que yo tengo carnet de conducir. Ahora, desde que ellos conducen, más todavía me siento cada vez menos madre suya.

Recuerdo que siendo muy pequeños, estaban un día jugando en casa con amiguitos, y yo pasaba de aquí para allá, quitando cosas y barriendo.

-          Nos vamos a tu casa? – le dijo mi hijo a su amigo.

-          No, que allí están mis padres…

Pensé como ellos, que para qué si hay padres, sin percatarme de que yo, para ellos ya no era una madre.

Es lo que hay, son huérfanos desde hace mucho tiempo, pero me tienen a mí, algo es algo.

sábado, 14 de diciembre de 2019

MALPIENSO LUEGO EXISTO

Como perrillo maltratado muerde o se esconde bajo la mesa yo soy de naturaleza malpensadora. 

Ante la más mínima sospecha de algo que puede llevarme a un conflicto innecesario, yo me alejo y salgo de la escena del crimen.

Me pasa con todo, también con el amor. No, no, no, no, no. No. No. Ya son muchos los datos recabados en la investigación todos estos años, ya no me arriesgo a iniciar nada que me haga perder las energías vitales. 

 Si en un círculo de personas aparece una que creo que me cae mal o con la que voy a chocar, salgo por patas aunque me pierda una experiencia maravillosa. 

No sé si esto me llevará a ser otra persona distinta de la que he sido todos estos años. Antes hablaba a bocajarro, ahora me digo una y otra vez, que lo que sepa la mano derecha que no se entere la izquierda. No es mentir, es proteger. No es esconderse es camuflarse. Para qué quiero que sepan todo lo que opino si no se ni por asomo lo que opinan ellos. Mejor responder con otra pregunta, como si fuera gallega. 

 Mejor dejar que piensen lo que quieran, mejor no aclarar, mejor no saber ni que me aclaren, ojos que no ven corazón que no siente. 

 No quiero saber nada que me haga infeliz, no va a evitar que cuando el problema sea real arrase conmigo. 

De momento, vivo más tranquila así. 

 Y si un día vuelvo a verte, si, a ti que me lees, no temas, no te pediré nada.