jueves, 24 de enero de 2019

MI NUEVO RETO


Otra noche que no duermo por mis ideas. Se me ha ocurrido una cosa que de seguro será agotadora, como todas las que se me ocurren, pero que para mí es como si me hubiera tocado la lotería.

Es de esas tardes que estás por casa haciendo un arqueodromo y de pronto viene una luz, que te llega de lejos y te explica porque han ocurrido otras cosas que te han llevado a esta idea loca tan alucinante y buena. 

Tengo reducción de jornada en mi empresa, tengo un día de descanso entre semana.  ¿Qué hago yo con él? ¿Descansar? 

No, no, no, ni de coña. Antes de que pasen tres semanas de ocio y desenfreno se me ocurre una cosa que me dejará cao todos los días libres que me queden por vivir.

Soy feliz, que nadie diga que mujer más abnegada, todo lo que hago es por mi propia felicidad. En el Panda Pizzería, he trabajado como una mula y como siempre, cuando algo funciona, lo dejo a su libre albedrío. Al terminar el año, decidí no seguir ayudando tanto por allí y acudir a otros sitios que me necesitan más.

Aquí ando, que no quiero contarlo del todo por si se gafa, pero que sabréis de primera mano el día que todo esté en marcha.

Y lo escribo aquí para que conste, que soy inmensamente feliz, que todo es gracias a mí o por mi culpa y que no me arrepiento de ni un solo paso que di en mi vida.

Empieza  mi nueva agotadora vida, así curo yo las penas: obra, trabajo de oficinista y mi nuevo reto.

miércoles, 23 de enero de 2019

COMPLICAURA DE VIDA


Ayer hacía un frío en la obra, madre mía que desangelado está todo. Puse ventanas pero no están selladas, solo superpuestas. ¡No me queda nada! Levanté la tarima flotante y había gusanos de muerto, no me preguntes porque, esto va a ser más difícil de lo que pensaba. El agua caía a chorro por una tubería, al final lo arreglé y sigo con mi último trabajo.

Yo  sola me complico la vida. El Facebook me lo recuerda cada vez que me trae imágenes del pasado. ¡Madre mía! Es que no hay desperdicio. Mi cerda, mi granja, la presentación de un libro, mi hija a Barcelona, el otro para Córdoba, mis viajes, mis abandonos… no sé si hubo vida antes de Facebook, lo que sí que no me la recuerdan.

El caso es que pasan los años y me doy cuenta que todo lo que hice fue complicarme la vida. Cuando recuerdo que nadie daba un duro por esta casa, que todo el que venía recomendaba las nuevas promociones de viviendas del Bulevar, cinco veces caras, me doy cuenta de que sin complicarme la vida no sé vivir.  

Ahora si te fijas, quitando la zona del parque que es precioso, da miedo ese barrio. Es oscuro, frio... prefabricado.

En lugar de eso, compré un solar, "hice a mi marido" promotor, constructor y empresa para construir nuestra propia casa. Lo hizo todo muy bien, terminamos antes de lo que lo hubiera hecho una empresa seria y nos sobró un millón de pesetas. ¡La verdad, es que era un portento!

Vivir en el centro, que te llamen los amigos para tomar un vino y solo tengas que vestirte, que te dé un apretón el estómago y vallas a casa a cagar, caminar para ir al trabajo cinco minutos, es "complicarse" la vida mucho.

Que todos tus hijos a pesar de tener cuatro, que también es complicarse la vida,  tengan la posibilidad de hacer vidas independientes, aunque todos te buscan porque saben que este año has aprendido a  cocinar, tiene su precio: la “complicaura” de vida.

El caso es que todos los que no se complicaron la vida, firmaron sobre plano o compraron en pueblos porque era más barato, a quince minutos en coche, ahora tienen la vida diaria algo más difícil que la mía.

Si bien es cierto que aunque la policía está para servir al ciudadano,  al final  el muchacho que nos hacía la vida imposible a los vecinos ha sido amenazado de muerte y se ha ido, ahora se vive aquí bien.

En dos años, esta casa será mía, cuajada de hijos eso sí, con mi última vivienda a piso llano en mi cochera, allí es donde terminaré mi obra, tanto física como espiritualmente. 

Lo primero que puse hace 18 años fue esa chimenea, antes que el tejado. Parece que era para mí, para cuando llegara este momento, cuando cediera a mis hijos la casa y este fuera mi lugar.

¡Quiero recibir a las visitas con una lumbre, como si fuera una amiga profesional!

Nadie en su sano juicio haría lo que voy a hacer, pero es que a mí me gusta complicarme la vida. Quiero una bañera delante de la chimenea,  es el recuerdo que tengo de niña, lo quiero para mi Nina.

Quiero entrar por la puerta sin subir escaleras, quiero no saber cómo está el resto de mierda, porque ya no es mi problema, quiero abandonar a mis hijos con la barriga llena, y que todo el mundo pase por mi puerta.

Nota mental pos-post: todo lo que pasa en esta vida es por algo, sea bueno o malo es por algo, quizás hoy recibas una noticia que te haga pensar que ya no hay salida, pero es para que al tocar fondo algo cambie a mejor. Solo hay que seguir construyendo, seguir haciendo cosas y esperar que el transcurso del tiempo y los acontecimientos haga el resto. Yo sé jugar con muchas barajas al mismo tiempo, porque si no me aburro, por eso hay partidas donde gano y otras donde pierdo. Al final, la banca gana.

jueves, 17 de enero de 2019

MATABICHOS


Anoche tuve una pesadilla horrible.

Alguien de mi familia que no puedo mencionar para que no se asuste tenía un problema gordo de parásitos en la cabeza. Se le veía el cuero cabelludo, como si no tuviera mucho pelo y todos los piojos colgando y corriendo por allí. 

Por el suelo garrapatas que saltaban también de él, corrían en busca de nuevos huéspedes.

Como ya he dicho muchas veces, no creo en un Dios sobrenatural, pero si en las voces de mi cabeza, en las señales que nos emiten nuestras pesadillas. 

Nada más ver la situación, me lié a quitar piojos y a reventarlos uña con uña. Los que no habéis tenido niños, quizás no sabéis lo que es eso, pero os puedo asegurar que para mí es un placer al que aprendí a tomarle el gusto, tanto que me hice experta en campamentos y con amigas que no tenían tanto valor con sus hijos. 

Con el asunto de las garrapatas, es la cosa más difícil, pero estaban por el suelo, no tuve que arrancar ninguna, solo tenía que perseguirlas y hacer una cosa que me parece muy cruel, pero que si no lo haces no consigues acabar con ellas, quemarle las patas y después reventarlas.

Me he pasado toda la noche en un bucle de aniquilación que lejos de ponerme nerviosa me ha hecho despertar con una gran paz, como muchos días no sentía, positiva y con ganas de lucha.  

Tras lavarme los dientes, tomarme el café y caminar hacia mi trabajo, extraigo la siguiente conclusión de mi sueño:

Solo me da paz solucionar problemas, hay personas que se pasan la vida cargadas de parásitos, llorando por lo mucho que les pica y diciendo a los demás lo mal que están. 

Cuando me refiero a parásitos, pueden ser personas, pueden ser situaciones o simplemente parásitos misma mente,  soy experta en aniquilar todo lo que no es bueno, todo lo que me carga la cabeza, las fuerzas de la naturaleza que me dañan. 

Solo así soy feliz.

Soy una matabichos, lo dice mucha gente que me ha visto en acción. Me dieron una medalla con forma de piojo hecha con masa de pan y tengo el título en toda clase de insectos, microscópicos incluso. 

No tengo miedo al contagio, los aniquilaría también en mi cuerpo. 

Una vez tuve un percance siendo niña con un montón de erizos de mar y yo sola me pasaba las siestas mordiendo mi pie hasta no dejar una espina. 

Con las espinas de la madera y otros materiales, soy un hacha. La dejo pudrirse y cuando genera líquido y supuración la muerdo hasta escupir el trozo que me hace mal.

Cuando se termina la diversión y queda la cosa limpia me cabrea un poco, aunque respiro tranquila. 

Juro que en las últimas revisiones de mis hijos, cuando ya son más mayores, no sacar nada me frustraba bastante y me entretenía intentando reventar cualquier pizco que pudiera parecer un piojo.

Estoy deseando que Nina acuda al colegio, aquí estoy  para seguir en la brecha, aunque cada día veo menos, me funciona la intuición. 

No creo que sea necesaria mi ayuda, su madre es una gran matabichos también, al final es un vicio que se contagia por generaciones.






miércoles, 16 de enero de 2019

NI UN PASO ATRÁS

Todo lo que describo son cosas que pertenecen a mi recuerdo, posiblemente no correspondan con la realidad. Hoy quiero hablaros de alguien que está en mi vida desde que  casi tengo uso de razón, porque siendo adolescente, no creo que lo tuviera todo conmigo.  

En su casa siempre había mucha gente, los que allí vivían y nosotros, los otros.

Siempre que tenías un rato muerto y en la calle hacía mucho frío, donde mejor se estaba era en casa de mi amiga, eran tantos hermanos y su madre tan miope, que solo si hablabas se notaba tu presencia.

El brasero siempre cargado de piernas, las camas apiladas, dos literas y una atravesada. El armario se abría a duras penas y la percha de detrás de la puerta, ¡Ay!  la percha de detrás de la puerta.

En todas partes además de humanos se escondían gatos, que siempre había en esa casa o algún que otro bichejo. Este al que llamo bichejo, no era este sino esta, una niña muy nerviosa y risueña ajena a los problemas de aquella familia.

Habían salido huyendo de su padre, que cuando bebía deslomaba palos a toda la familia por igual. No hay denuncia falsa, nunca hubo denuncia ni pensión de alimentos, ni casa por la que pelear, solo una hermana mayor que al cumplir la mayoría de edad le dijo a su madre:

-          O te vienes, o nos vamos.

Bueno, pues allí estaba ella que no tenía ni puñetera idea de los problemas que podíamos tener los demás, era demasiado pequeña, corrían los ochenta, muchos muertos otros muchos tontos perdíos, y ella.

Era como una aparición. Estabas hablando con tu amiga cualquier cosa íntima, muy muy delicada y de pronto girabas la cabeza y allí estaba, inmóvil, “callaica” para que no se le escapara detalle.

La echábamos a patadas si era descubierta, para ella  aquello era mejor que la tele.

-          ¡Qué luego se lo cuenta todo a mi madre!

Cierto es que era una cara de Belmez en la pared, un abrigo más en el perchero, un gato bajo la cama, un ácaro en el armario, pero estaba allí en todas partes y aparecía cuando menos te lo esperabas con cara de:

-          ¡LO QUE HA DICHO!

Me daba pena porque era muy tierna, pero teníamos que expulsarla de nuestro lado. Son pocos los años que nos alejan pero los suficientes para que desprenda ternura a una adolescente que la vio crecer allí, en aquella casa de locos, con tanto amor como penurias, en una vivienda social del Polígono del Valle, otorgada a una madre que huía de las borracheras de su marido.

Fue creciendo y tuve que aguantar su voz de pito acelerada explicándome como podía aprobar sin perder ni un crédito. No podía, suspender para ella suponía dejar la carrera. Trabajó de pizzera para sacar dinero que dedicaba a su objetivo final, ser enfermera.

¿Por qué esta chiquilla quería ser enfermera? No lo sabemos, lo que si tenemos que tener claro es que lo tuvo mucho más difícil que mis hijos, mucho más difícil que los hijos de cualquiera de nosotros, que solo tenía de opción limpiar casas o cuidar niños y que se reveló contra eso, a pesar de que en su casa no entraba dinero si no era el suyo o el del resto de los hermanos de la familia.

Yo veía aquel hogar como la película de Oliver Twist pero sin robar. Todos salían a buscarse la vida para traer algo a casa, para que hubiera leche, comida y pagar la luz. Lo más básico tenían que conseguirlo entre todos.

Seguro se sentía culpable por estudiar y no aportar, pero como era la más pequeña, cascarón de huevo. No vivió las cosas que vivieron sus hermanos, ya tenía cuatro años cuando vinieron a vivir a su casa,  en esa oligarquía familiar tan especial y tan bonita.

Su madre está ciega ahora completamente, yo creo que me quiere. Sabe que fui el patito negro que se le coló en su estanque de cisnes, pero me aceptó como alguien que le hacía reír. Yo siempre le tocaba el culo, le hacía cosas de risa y por eso me reconocía. Le daba besos, le hablaba mucho y muy deprisa y le gritaba  No quiere decir que el resto de sus hijos no lo hicieran, pero yo lo hacía de forma especial, para darle risa.

Hace poco su nieto, el hijo de mi pequeña amiga, me dijo que su abuela era muy vieja y que no jugaba con él. Me ofrecí a ser su sustituta, así que me hice su abuela adoptiva, solo para devolver el favor a esa pobre mujer que aguantantó su mala suerte, la que tuvo al conocerme tiempo atrás.

El otro día estuvo en Panda Pizzería y solo puede recogerle el flequillo como hacen las abuelas y darle muchos besos de esos exagerados y muy seguidos que solemos hacer.

-          ¡Nieto mio!

¡No sabes la madre que te tocó en suerte! Que yo te lo cuento, que es muy valiente, que la admiro y para que yo haga eso ha de ser un ser muy grande.

Que puedo contar de ella: que es un bicho que se crió en un barrio de salvajes donde había muchas voces, mucha solidaridad y mucho amor.

Que no se puede jugar con ella en la piscina porque hasta que no te ve tragar agua no para, que te engancha de la pierna y te levanta y sigue a lo suyo como si no hubiera final.

Tiene energía para siete vidas, me revienta cuando salimos a andar.

Ahora cría a su hijo con la visita del padre no todos los fines de semana alternos, porque no es una obligación sino un derecho para ellos. 

La tendencia de los últimos tiempos es decir que las madres nos quedamos con nuestros hijos por la pensión y la casa, algunas no tenemos que demostrar nada, pero no es cierto. Muchas nos quedamos con ellos porque son nuestra vida, porque no sabríamos que hacer y porque no vemos capacitados a nuestras parejas para hacer lo que no hicieron cuando fueron sus padres en directo.

No hablo de su caso, ahora hablo de mí, que ofrecí la custodia compartida y fui rechazada.

Hablo porque yo fui a un abogado a preguntar si se le podría obligar y me dijo que prima el bienestar del menor y que si un padre no quiere no se le puede obligar. Pero ¿a una madre? no estamos obligadas, no es necesario.

Espero firmemente que cambie esta tendencia, que sean los jueces los que nos obliguen a las madres lobas a dejar a en custodia compartida a nuestros hijos, por nuestro propio bien, porque es más fácil rehacer, eso no se dice, es más fácil la conciliación laboral, eso no se dice, ahora lo que está de moda es decir que ellos están en desventaja:

¡ JA! ...¡JA! ...¡JA!

Nada es totalmente blanco, nada es negro del todo. Los grises existen pero hay tonos de verde, marrones y muchos colores  que no ve todo el mundo en una foto en blanco y negro.

Caso a caso hay que valorar, caso a caso hay que hacer justicia, sin tener en cuenta viviendas ni pensiones ni nada, solo a los menores.

¡Vuelvo desde aquí hoy a  ofrecer de nuevo la custodia compartida! ¡Los gastos a medias y la casa para todos! que mis hijos ya tienen 15 (dos unidades) y 22 (dos unidades), pero  

¡No me queda na que pasar hasta el día en que me muera!

Ya le he dicho que tiene que afrontar el momento en que su hijo le diga que quiere ir a vivir con el padre, todos lo hacen. Idealizan. 

Ven en la otra opción algo mejor que la que tienen, sea la que sea. 

Debe tomárselo como una liberación. Los hijos se van tarde o temprano:  a estudiar, a vivir… se van, es un hecho.

Cuando una madre piensa que por perder la custodia de sus hijos va a pasarlo mal, es porque le duele el desarraigo del ser, no por la puñetera vivienda. Aunque habrá de todo, no digo yo que no. 

Hablando de mi vivienda, yo la voy a robar a bocajarro, tengo claro desde le primer día que es para mis hijos y si mi querido esposo quiere venir a pedirme la mitad, le diré lo mismo que el primer día:

-          Eso digo yo, que porqué no la valoramos y me das la mitad y yo me voy.
   
¡Qué no se vende nada! Eso es un hecho. ¿No vas a intentar venderme a mí la burra? Dame la mitad que verás que bien compro. 

Con un poco de dinero y lo que sé de construir solo necesito cemento, arena y agua.

Esta casa es de mis hijos, eso no lo ve la gente. Todos hablan de que las madres que quieren a sus hijos para quedarse con la vivienda, esta casa es la que da cobijo a los menores que salieron por mi coño moreno que ahora peina canas, y el que no se acuerde de que puso la "semillica", pues que se tome un Lorazepam y duerma un poco que se despierta uno con las ideas más claras. 

Espero al día en que pueda largarme, a vivir aunque sea a una furgoneta, en mi barco o en una cuneta, espero ansiosa a que mis hijos no me necesiten, espero ese día como agua de mayo, que desde que los conozco estoy dispuesta a abandonarlos. 

Que no es todo blanco y negro, que hay muchos colores, que la lucha por la igualdad no está perdida aunque ganen la batalla partidos que quieren que escondamos la cabeza.

jueves, 10 de enero de 2019

MAMEN 5.1


El otro día visitamos una sede de mi trabajo en Martos que lleva abandonada años.  Colgando de las paredes había cuadros que diseño mi compañero Lalo, que yo mandé enmarcar y poner,  mesas recién compradas por mí y todo sucio pero intacto. 

Los carteles hacían referencia al 25 aniversario desde el año 78 al 2003 y para mí era como si un día antes hubiera estado dando los últimos retoques a la inauguración de este local. 

En las fotos un montón de muertos y yo, entre otras, con el pelo corto como ahora y recién parida. Los años pasan a trote cochinero y no nos damos cuenta. 

La gente cambia o muere. 

Allí estaba Ana más lisa que una tapia, otros con el pelo negro y barba espesa, otros con pelo simplemente. Cuando decimos que no hemos cambiado, que "a mí no puedes cambiarme" o eso de que "el que nace lechón, muere marrano"… 

Falso. 

Todos cambiamos de forma inevitable, todas nuestras experiencias modifican nuestro comportamiento y la oxidación de nuestras células nuestro cuerpo. 

Este año soy una versión mejorada, Mamen 5.1, cinco nacimientos al menos y estoy en la primera fase de desarrollo de mi nuevo programa. 

Antes pensaba muy mal de mí, pero cuanto más me conozco más me acepto. Durante muchos años apenas si cambié nada, no tuve ningún nuevo nacimiento y lo lamento. Pensaba que no valía nada, puede que por la influencias de las otras personas que me rodeaban, unas grandes sabias. 

Leían mucho, recordaban nombres y mil cosas más que yo no podía hacer como ellos. No tenía ni móvil en 2010, no había evolucionado nada desde los quince. No leía con fluidez, aún no lo hago, cuando me encuentro frente a un texto lo descuartizo y lo leo por partes para unirlo cuando termino como mejor puedo. 

Soy repetitiva, simple y muy del campo. Sencilla. Suelo disfrutar de los olores, la libertad, el paladar y el tacto. Me gusta tocar y que me roce la cara el viento. El sol. Caminar. No pensar.  

El otro día mi Nela, cuando llevaba ya un rato yo hablando de cosas que normalmente guardo, me dijo;

- ¿Eres consciente de que puedes llegar a cansar? 

No lo dijo con en el sentido negativo, lo sé porque luego me dijo cien veces que no lo decía en negativo, que ella disfrutaba escuchándome…  después de tranquilizarla y decirle que la había entendido, le expliqué que al resto del mundo yo no solía cansarlo mucho, porque había aprendido a no dar toda la información. 

Nunca muestro todo lo que tengo en mis sesos, porque sé que asusta. Cuando doy una idea, es solo la punta de la pata debajo de la puerta, la zorra que está detrás siempre trabaja sola. 

No doy puntá sin hilo y soy la araña que teje. 

Nunca le dije a nadie que trabajara en mis obras, yo me meto en las de los demás, ayudo y me largo, pero en lo mío no quiero porque iría más lenta. 

Pues igual en mi cerebro.

No soy nada digno de ver, desnuda pierdo mucho. No soy interesante de conocer, suelo levantar falsas expectativas, soy muy simple. 

Borro y reseteo cada noche.

No perdono ni olvido, solo comienzo de nuevo cuando termino una cosa, nunca la dejo a medias. 

Tengo la culpa de todo, soy responsable, nadie me obliga. 

https://www.youtube.com/watch?v=dvcyUfvMFjM

jueves, 3 de enero de 2019

LA ARAÑA QUE TEJE


El síndrome del hacer por hacer según mi amiga Mar es lo que tengo.

Esta patología psiquiátrica es bastante divertida, pero lo mío es peor, yo hago con la esperanza de que perdure. No me importa hacer por hacer una granja que nunca se terminará, puede que muera haciendo por hacer, pero ¿y después de muerta? ¿seguirán?

Así con mi síndrome y la esperanza absurda de que funcione, voy haciendo por hacer muchas cosas que no tienen sentido para la mayoría de las personas, pero si para mí. Me divierte y me hace crecer. Me sirve y perdura aunque yo no lo vea porque me voy.

Hoy hago una y mañana otra, y como me voy no pueden llevarme la cuenta de todas. Haciendo por hacer hice tantas cosas que cuando las recuerdo lloro de felicidad. Si, queda cursi, pero es cierto, porque yo si me acuerdo.

Haciendo por hacer voy de aquí para allá, siempre de forma efímera, porque tarde o temprano algo ocurrirá que me haga decidir cambiar de proyecto, siempre cuando está arriba por supuesto, cuando no me necesitan. 

La amenaza de irme está siempre presente, desde el primer día, hay que aprender a vivir con eso, mi falta de apego tiene la culpa.

Los motivos que me hacen desaparecer de un espacio para aparecer en otro solo los sé yo. Puedes conocer algunos, intuir otros, te podrán contar algo pero nunca todo, siempre hay algo que me avergüenza, algo que sé que no todo el mundo podría comprender. 

Doy pistas o incluso suelto alguna prenda, pero los motivos, todos y cada uno los guardo para mí. Soy bastante más introvertida de lo que mi coraza aparenta.

No pasa un día desde que termino un proyecto y ya tengo dos en mi cabeza. El primero mi nueva casa y el segundo no puedo contarlo, ya empecer a tejer.

Sé que he dejado a mucha gente abandonada en estos meses con el Panda, pero era algo que tenía que hacer por mucha gente pero sobre todo por la persona que quiero y querré el resto de mi vida, el Panda persona.

Solo cuando puedo, cuando está arriba, cuando sé que cuento con la seguridad de que todos los que me quieren seguirán protegiendo este proyecto, solo cuando están preparados para rodar solos, me retiro, dejando todo bien atado.

Tienen que pasar unas cuantas cosas aún para que podáis conocer mi nuevo proyecto. Todo es tal y como debe ser, no como yo he pedido que sea. Ojala no hubiera sido así, pero cuando me necesitan los míos, los insignificantes, allí estoy para sacar pecho y morder la lengua con la mandíbula, sin usar la violencia, solo tejiendo y trabajando, como a mí me gusta, haciendo por hacer.