Hay personas que se mantienen en pareja porque piensan que
el otro los va a cuidar hasta de viejo. No es cierto, eso era antes. Puede ser
tu pareja para viajar, para estar bien, para salir por ahí, pero en el momento
de la enfermedad y posterior muerte, no hay nada atado.
Puedes creer que tienes a tu lado a alguien que lo
soportará, y que te acompañará, y cuidarlo fantásticamente, y cuando llegue el
momento, que se venga abajo y se largue. A veces cuidas a una persona,
conociéndola, sabiendo que muy posiblemente, él no lo haría por ti.
Que no se ofendan los hombres, pero es cierto que en muchos
casos, gracias a la madre naturaleza, las mujeres son las que sobreviven,
suelen cuidar hasta el final a sus hombres, al menos antiguamente, y luego de
viejecitas, se cuidan solas, o las cuida otra mujer, habitualmente.
Por supuesto, todo esto está cambiando.
Es posible que alguien del que no esperabas nada, aparezca
para ayudarte, por su propia forma de ser, por su conciencia, su personalidad.
Pero no es fácil que ocurra, no hay superhéroes que quieran
cuidar de ancianos hasta el final de sus días, la vejez es sinónimo de soledad,
por eso, yo he pensado que voy a fundar un asilo, un poco especial.
Mi asilo va a tener lista de espera infinita porque además
va a ser barato. Va a ser barato porque no habrá médicos, aquí cuando te llegue
la muerte te ha llegado. No vamos a comprar ni la máquina esa que están
promocionando todo el día para reanimar a un muerto, ya me gustaría a mí saber
quién las vende.
Los cocineros seremos nosotros, y si le echamos tres veces sal con la demencia
senil, seremos comprensivos.
Será solo para amigos, que es esto de aguantar a un plasta porque ha solicitado la misma residencia, ni hablar,
esto es solo para nosotros, y el que quiera, que se monte su asilo.
Los abuelos vendrán atraídos por nuestro bienestar, como en
la peli de Guerra Mundial Z, y tendremos luchar para defender nuestro asilo o
montar otro millón de asilos como el nuestro en todos los barrios, en todas las
ciudades, en todo el mundo.
No penséis que este proyecto está en mi cabeza por azar, ni
que está solo desde hace diez minutos, lleva conmigo al menos quince años.
Conocí a unos abuelitos de mi barrio, que vinieron a la asociación de vecinos,
porque querían que les ayudáramos a que la empresa pública del suelo les
cediera unos solares del barrio en el APA3. No lo hizo, aún está hecho un solar
precioso lleno de ratas, pero esta gente hace tiempo que inauguró su residencia
en otro barrio, la Glorieta.
El que no es de aquí, no entiende ni le importa los lugares
que menciono, pero me da igual, es un dato que quiero poner que le da veracidad
a los hechos.
Bueno, pues, esta gente consiguió su residencia, no aquí en
el barrio, pero al menos, dentro de un barrio. No están apartados del mundo
como todos los asilos de ancianos, que se hacen para que nadie vea a los
viejos, morir, en las terrazas.
Todos tenemos un miedo atroz a la muerte, todos no sé, yo ya
no, porque he tenido muchas visitas, no sé nunca cuándo va a ser la definitiva,
pero por norma, ver a un viejo moribundo no nos gusta a nadie.
Pues a nosotros nos van a ver, y nos van a oír.
En las excursiones va a ser obligatorio tirarse a la piscina
desde los balcones, el último día, para aprovechar, y de ese modo, siempre
dejaremos algún muerto en el camino.
El objetivo de la residencia será, morir dignamente y cuanto
antes.
En nuestro asilo, todo estará permitido. Para lo que nos
queda en el convento nos cagamos dentro. Podremos plantar terapéuticamente
mucha mariguana, y a esas alturas de la vida, no nos debemos preocupar por la
muerte de nuestras neuronas, si nos queda alguna.
Todo estará permitido, todo absolutamente lo que no dañe a
nadie nada más que a uno mismo.
Esto es por ejemplo: el suicidio.
Estará permitido y asistido. Cualquiera de los que
consideremos que ya ha llegado nuestro momento, podrá pedirlo en asamblea y
entre todos lo matamos.
Cuando venga la policía, solo hay que contestar con una
pregunta a todas sus preguntas y finalmente, se darán por vencidos, dirán que chocheamos
de tal manera que para que más preguntas.
Nadie irá a la cárcel, porque ¿para qué? Y si vamos, que más da, nuevos compañeros, lo
pasaremos bien. Será como un cambio de asilo.
No sigo, no sigo, que luego dirán que yo fui la cabecilla,
yo no he dicho nada de morir dignamente, he hablado de muerte y asesinato. Para
qué pedir cosas civilizadas que llegarán a nuestra sociedad cuando ya estemos
muertos, nosotros directamente utilizaremos una fórmula que ya está en nuestros
días y desde el principio de los tiempos: el asesinato.
¡Hostia! ¿te imaginas a todos tus amigos intentando matarte
en un asilo?
… uno subido a una escalera con una maceta, otro en la
cocina haciendo pócimas, o galletas, el otro poniendo una trampa para osos en el
jardín, o la huerta de la alegría, que seguro que hacemos unas tortillas
fantásticas…
¿Quién se apunta?