Qué bien hecha está esta casa, la Quinta, que con la Sexta de invitados, cuando viene mucha gente es más que suficiente. Ya no le tengo odio, de aquí a la muerte.
A piso llano desde la calle, para que no te de pereza salir y que pueda venir mi Alfonso, con el coche a tu disposición sin estrés por el aparcamiento; luz indirecta por la noche cuando escribo, vasos multi forma, con mensajes distintos, dos sillas de anea recuperadas de la basura, a las que les he cortado las patas para que sean sillas de chimenea, en lugar de anea; la mesa de mi José que le he quitado las esquinas para poder convivir con ella y no blasfemar cada mañana, llena de lanas, para seguir matando los pensamientos. mi cama, como todas en esta casa, perfecta para todo, y si sobra tiempo para dormir, con el ventilador del hermano de Malak de techo amenazando a una cuarta de tu cabeza, las habitaciones de invitados heredadas de la familia de Rute; la mesa cubierta con todas las enagüillas sobrantes, auxiliar en verano, en invierno para poner el brasero, las tele colgante que se ve desde las camas, el sofá de mi cariño, las jarapas de la calle Elvira, que con un siete nos la vendieron por dos o tres euros, el ventilador del salón con mando a distancia, la cocina llena de álbum de fotos, porque no se cocina, no se puede pedir más, si, que alguien enyese el techo antes de que yo muera, a ver si va a pasar como con el Barranco, que fue solo un año antes, espero que me de tiempo a poner las estrellas fluorescentes de Nina, que ya tiene cinco años.
Y yo, que no puedo dormir.
Podría contar porqué no duermo, pero sería muy aburrido y demasiada información para muchos, tiene que ver con mis obras y mis casas nueve y diez. También con mi trabajo remunerado, pero en menor medida, también con el amor, pero poco, también con mi Pingu que lo estoy camperizando y anoche terminé cerca de las doce con un susto, no se apagaba la luz del maletero, casi lloro, otra avería no, que no pasa la ITV el año que viene, pero no, al final, una puerta abierta, falta de costumbre en el uso.
Y el momo que se pone entre la pantalla y mis ojos, así es imposible escribir, peor cuando no tenía ordenador.
Al grano para que te enteres, anteponer, es una palabra muy clara, poner antes de...
No quiero estar antes de nadie, ni que nadie esté antes que yo. Es evidente que gano si me pongo antes que tu panadero, aunque comer sin pan del día es feo, siempre hay regañás en la cocina, pero perderé si me pongo antes de tus hijos, porque si no fuera así, no serías una persona admirable para mí, por lo que no sería posible nuestro amor.
¿CONTRAPEAR?
Tiene una definición que habla de las maderas, de ponerlas entrelazadas, en fin cosas que inventa el diccionario, pero sin hacer alusiones a la parte escatológica de la palabra.
Si divides contrapear, te aparece contra y pear (de peo).
Está claro, uno no puede ir en contra de un peo, tiene que tirárselo sobre la marcha y compaginar con otras actividades. No puedes decir, espera que para el día veinticinco tengo un hueco en la agenda.
No.
Yo solo quiero tener el tratamiento de un peo, aunque soy la reina, no lo olvides.
Quiero ser una cosa no prioritaria, que puede esperar un rato, no tienes que ir tirando peos por necesidad en mitad de la mesa, o a la cara de tu jefe en una reunión, pero en un deceso, nada más salir al pasillo, camino del baño, mirando si no hay moros en la costa, en un segundo... te lo tiras.
Puede ser un peo en forma de wasap, puede ser un peo en forma de flor, puede ser un peo cafetero, de cañitas, o un gran peo que ocupe toda la noche con el ventilador en marcha o el nórdico hasta las cejas dependiendo de la época del año, pero yo, quiero ser un peo y a mí me tienes que contrapear.
SI NO, NA.