viernes, 21 de noviembre de 2014

UNA BUENA MAMADA




-          Ahí estás al solecito ¿Qué haces, leer?
-          Si.
-          Me aburro, ¿me puedo venir contigo?
-          Si.
-          ¿Te molesto?
-          Si, moléstame. ¡Qué manos más frías!
-          Claro tú estás aquí, tan calentito, yo en el ordenador.
-          ¿Te leo?
-          Si.
-          Como sigas tocándome ya no leo.
-          ¿Qué pasa? ¿Molesto?
-          Si, molesta, molesta.

Mientras él continuaba leyendo, ella jugueteaba con su cuerpo. Sus manos recorren su pecho, su cuello, su pelo...

-          Mmm, que bien hueles ¿te has duchado?
-          Si, esta mañana, ya tocaba. Me estaba secando como los gaticos al sol.
-          Si, huele muy bien por aquí. Y por aquí, mmmm sabe muy bien.

Poco apoco comenzó a subir su camiseta, el tiempo transcurría lento. Sin prisas olía, saboreaba, mientras, él le seguía leyendo. Se paraba para preguntar detalles que no entendía del cuento, seguía acariciando su cuerpo. Besando su cuello peinado su pelo con los dedos. Abrazando, apretando, atosigando con su sexo. Calientes y húmedos, los cuerpos, al sol de invierno.

Se quitaron las camisetas, calientes. Desnudos, libres, acariciando sus cuerpos, leyendo.

Se ajustaban incómodos…

-          Así no puedo leer.

Recostada sobre la hamaca, lo abraza y lo coloca cómodo para la lectura.
-          Sigue.
-          Así no voy a poder, te tengo tan cerca que ya no puedo leer. Estoy tan caliente que ya no puedo pensar.
-          Lee.
-          Si es que no paras de molestar, no puedo.


Acariciaba su cabeza, mientras él seguía haciendo, desterrado el libro en el suelo, abrazados comenzaron los besos.

-          Esto terminará como siempre, al final no leo.

Ella lo abraza con fuerza, acerca su boca a su pecho, le muestra sus pezones, duros, brutales,  esperando que alguien los relaje, tanto como ya lo está su sexo.

Él obedece y come, intenta seguir comiendo de otras partes de su cuerpo.  

-          Ya no hay más – ella interrumpe -  hoy solo mamas de mi pecho.

Y así, juntos, se durmieron al sol.

Al sol de invierno.

LVM

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