Pasa el tiempo y te das cuenta de que te acuerdas del día
que nacieron tus hijos, de cosas que hicieron cuando eran bebes, de lo actuales
que son tus recuerdos para lo lejos que están.
Pasa tan rápido el tiempo que aprovechas cada segundo
sabiendo que la vida te lleva en picado hacia la muerte. Si, la muerte, un tema para mí muy
recurrente, la muerte, cierto, siempre estoy hablando de la muerte, pero es que no me gusta hablar de Dios que no existe, aunque juega conmigo cada día, me pone
zancadillas cada año que voy superando.
No me preguntéis por la última vez que casi me mato, porque fue hace poco y me da vergüenza contarlo.
No me preguntéis por la última vez que casi me mato, porque fue hace poco y me da vergüenza contarlo.
Ahora, ni tiempo tengo para escribir, estoy construyendo una
pizzería. El año pasado fue otra casa, el anterior quería hacer un barco, el libro de Miguel... antes
ni me acuerdo no sé si de los golpes en la cabeza, la meningitis o de lo poco
que duermo.
Se me borran los recuerdos más recientes, esta mañana no me
acordaba de una cosa, que estaba volviendo a hacer y los utensilios de cocina
me dijeron que ya lo había hecho. No recuerdo que cosa era, no me pidas que te
la diga aunque me des un millón de euros.
Hay personas que me hablan y me conocen y no guardo sus
caras ni sus nombres ni sus recuerdos de acciones que hicimos juntas,
seguramente sea un poco de demencia precoz, o simplemente que no me cabe más en este buffer de mi cabezón barranquito.
Estoy muy cansada y muy contenta. Estoy construyendo un futuro para unas cuantas personas. Todos los
días dimito, dimití el día dos de junio, después de ver lo que había el día uno,
es uno de los retos más grandes que he
tenido que superar, y que superamos seguro.
Cuando diga de descansar, no quiero viajes ni monumentos,
quiero un spa, o un ingreso hospitalario que para mí es lo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario