Si todo es cuestión de echar cuentas tu misma. Haz una T y pones arriba ¿soy buena o mala ?
En un lado haz una lista de la gente que te ayudó en un momento de tu vida, a los que le debías algo y piensa si se lo devolviste o simplemente traicionaste.
Piensa, cuantas personas están en el debe de tu lista, no creas que es bueno tener a pocas, porque es señal de que no tuviste ayuda en los momentos que lo necesitaste.
Tengo un millón de personas a las que les debo mucho, desde mi madre a la que le debo la vida hasta mis hijos e hijos de hijos y cashijos a los que hoy en día les debo mi alegría y mi razón de vivir.
Amigas y amigos de verdad, amantes agradecidos y un montón de simplemente conocidos.
Amistades para fotos en las redes sociales tenemos todos, pero amigos de los que te visitan en el hospital con un bocadillo, cerveza y plátano, menos. De los que te preguntan de verdad porque le interesa tu padecer y tus logros, de las que temes una llamada porque tienes horas y horas de cosas que contar… haz una lista, venga.
Que no estén en nómina claro, esas no cuentan.
Una persona agradable como tú, no es buena, solo lo aparenta
Para ser buena hay que echar cuentas
Lo siguiente hacer la lista del haber, esas personas a las que ayudaste aunque actualmente no estén en tu vida, aunque no te hablen, aunque te den por muerta.
Esta es la lista verdaderamente difícil. Muchas de nosotras, las personas que acumulamos por vicio, nos sentimos en ocasiones como gilipollas y con razón. Yo no, he evolucionado o envejecido, soy consciente de que no lo hago por ellas, me reporta placer personal.
¿Y tú? ¿Desde cuando tu lucha por los demás? ¿Estabas ya en nómina?
Desde aquí mi pequeño consejo a los luchadores de retrataura, a los que salen guapos en todos los periódicos, los que se venden bien:
Echa cuentas y luego hablamos.
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