viernes, 27 de diciembre de 2019

SE TERMINA POR FIN


¡Qué poco queda para el final! ¿verdad?

Cuando hago cuentas sobre el trabajo, no puedo pedir más. Empecé pronto, desarrollé lo aprendido en mis modestos estudios, fui muy valorada, apreciada y creo que no lo hice mal del todo. Me gané el pan que me comí y el de mis hijos, ­ me pagaron bien. Aprendí muchas cosas cada día, gracias a mi trabajo. ¿Qué más se puede pedir? Repartí cariño y sonrisas, que me devolvieron multiplicadas. También hostias como panes, con esta lengua que me tocó en suerte, pero con el paso de los años, se me perdona todo porque ya soy muy vieja.

Hago cuentas y más cuentas, y siempre salgo ganando. Cuando comparo mi infancia con la de otros niños, salgo ganando. Pocos hicieron cabañas de dos pisos, pocos nadaron en el río y se la jugaron tantas veces como nosotros. Veo niños de hoy en día y nos veo a nosotros de niños y gano, Veo a los míos, mis niños, y ganan.

He dedicado cada minuto de mi vida a hacer felices a mis hijos y cashijos, porque me hacía feliz. A sacarlos de los atolladeros porque es lo que me gusta. Cada minuto que pase con mi nieta será estrujado hasta que no quede ni milésima de segundo. Abrir las puertas del tren y hasta que se cierren y no esté disfrutando al máximo.

Cuando pienso en lo que hice en mi adolescencia, en mi juventud, en maternidad y en mi recién estrenado nuevo parentesco, el de abuela. Pues no puedo pedir más. Empecé muy pronto de abuela, muy pronto de madre, muy pronto trabajando, pronto en todo para que la vida me dure más.

Cuando veo mi casa, mi campo, los frutos de mi vientre, de mi esfuerzo y el sudor de mi frente, no puedo decir que no es para estar tranquila, no está mal para una sola, parir tantos hijos y amontonar tantos ladrillos, cemento y yeso.

Estoy segura de que podré decir el día de mañana que he aprovechado la vida.

Ahora que veo como está la cosa de avanzada, la parte que me queda, como se van las personas que conocí cuando yo era “la joven”, me doy cuenta de que he gastado dos tercios de mi vida y que solo me queda uno.

Me pongo las pilas, a caminar, a seguir trabajando y a no parar de hacer lo que siempre hice.

No tengo miedo a nada que pueda pasar porque nunca será peor que lo que he pasado. Disfrutaré de todo, y que me perdonen las personas que les toque aguantarme, pero yo, disfrutaré de cualquier cosa mala que me pase por igual de la buena. Porque la mala se supera y se convierte en buena.

Cuidar de los demás para mí es un lujo, porque nadie tiene que cuidar de mí. Construir hasta no poder más otro lujo, porque puedo hacerlo, otros ya no pueden. Caminar, abrazar, cocinar malamente, besar y seguir en el candelero del amor, un gran privilegio, otros se rindieron hace tiempo.

Yo no me rindo, menos después de este año. Todo lo contrario, soy más feliz  que una niña chica, solo porque todo está bien. 

Disfrutaré de cada minuto del próximo año, por si acaso vienen fatigas gordas como las que he pasado este año tan brutal que termina por fin.

2020 que número más redondo. Confío en que traiga mucha felicidad para mí y para todos mis compañeros, y para mí primero.

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