sábado, 24 de octubre de 2020

PERDEDORES

Los que llevamos toda la vida perdiendo, no sabemos la suerte que tenemos. Perdemos al marido, perdemos muchas amistades indeseables, perdemos el poder adquisitivo y por supuesto la virginidad.

Perdemos tantas veces que nos encanta la vida que llevamos, porque solo nos queda lo que nunca se puede perder.

No se puede perder a uno mismo, y eso es un problema si no te gustas, es difícil perderte de vista.

Sabes que nadie te busca, que nadie comparte, que no te quieren y que a tus amistades solo las encuentras en los bares o ni eso. No sabes porque siendo tan maravilloso el resto te rechaza.

¡Coño, porque somos todos unos los perdedores!

Llegas a tu casa limpia y decorada, con todo lo que se puede adquirir con un buen sueldo y te paras a pensar y no sabes por qué pero te falta algo. Nadie te escribe, nadie te dice te quiero, nadie te echa de menos. Nadie te invita a su casa. No va nadie a la tuya.

Entonces ves a una perdedora nata, que canta como loca en el trabajo, que se alegra cada vez que le cuentan una conquista amorosa y se entristece sin tener porqué, aunque no sea suya la pérdida.

Te preguntas porqué es tan feliz a pesar de los pesares, porqué siendo tan caballona atrae de esa manera a los hombres, porqué siendo tan bruta, cantando tan malamente y siendo como es una gran perdedora, tiene siempre un montón de gente a su lado.

Te responderé querida, porque miro atrás y me gusto, miro hacia adelante y les gusto, las perdedoras con eso tenemos bastante. 

Siempre jugamos a ganar, porque algo tenemos que conseguir. Compramos a diario, productos frescos y a buen precio, no nos comemos las latas caducadas, solo los yogures.

Cuidamos lo que tenemos, porque si no lo hemos perdido es por algo.

Pena me dan los que llegan a viejos sin perder nada, teniéndolo todo, con una vida perfecta. 

Son los que nunca han estado malos, no han faltado jamás a su trabajo, normal, no tienen nada más que eso. Aparentemente su vida es perfecta, que otra cosa les puede quedar por hacer sino aparentar.

Tienen maridos maravillosos con los que se llevan muy bien y follan a diario, un trabajo donde se les valora como ganadores o ganadoras, sus amistades son “celebritis”, los perdedores no los soportamos.

No saben lo que es compartir una pena con otro, una enfermedad o un fin de mes apretado.

Que suerte tienen de tenerse a ellos, siempre que no se miren mucho.

Nadie les cuenta nada, porque sabemos que están bien. Tan bien están que no queremos que se enteren de nuestras pérdidas, nos da vergüenza.

Los perdedores nos juntamos con otros perdedores que a nuestras barbacoas traen productos frescos también, para echar a la lumbre, pacharán de Rute, patatas al oli oli y experimentos de cocina hechos con sobras.

Yo, perdedora soy, esperando estoy que pase lo del virus porque solo quiero que la ola que surja de la última chimeneíta de mi casa, me conduzca vencida hasta la siguiente.





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