Soy cerda.
En el horóscopo chino, cerda.
Admiro su fuerza, lo que son capaces de hacer con el hocico,
su falta de modales a la hora de comer, su poder de escapismo tan impresionante,
capaces de romper hormigón y alambre con los dientes, su insistencia… Soy
cerda, estoy buena hasta después de muerta.
Tiene que ser duro ver como pasan los años por tu cuerpo y envejeces
a pesar de tus cuidados y luego una cerda, que en la vida se ha peinado, que
come sobras y vive libre por el monte, todavía hoy en día esté tan buena.
¡SABROSURA!
Se aprovecha todo de ella y es imposible conseguir que haga
algo que no quiera hacer, la cerda digo, vamos, ambas dos.
¿Alguien ha probado a hacerle daño a una cerda solo? ¿sin
armas?
Bueno, todos conocemos la poesía de Gloria Fuertes, la del oso.
¿Tú no? Pues la buscas.
Una cerda por las buenas puede ser llevada de la mano de una
niña de seis años te lo puedo asegurar, y haría lo que fuera por amor, pero no le
pidas que haga algo a malas, porque es una cerda, es capaz de embestir contra porcelana,
aunque le cueste la vida.
Somos ratas gigantes, con un pelo muy desagradable al tacto,
corteza para protegernos de las puñaladas, pero una piel detrás de las orejas
que engancha. Nadie sabe que una cerda tiene esa piel, porque hay que saber dónde
tocar.
Y luego están los otros, los no cerdo, los cuerdos. Respetos
al máximo a los que sean preciosos de nacimiento, a los que sean perfectos y
sobre todo, a las buenas personas. Las buenas personas que lo dicen muchas
veces, para que nadie se olvide que son buenas personas. Esas, que
continuamente ponen caras de buenas personas, que me miran y dicen:
-
Hay que ver con lo buena persona que soy.
Pues mira no. Sin ningún criterio:
-
Tú no.
Somos agua y aceite. Nosotros siempre seremos los que somos y ellos los que juzgan. Por eso, cuando un cerdo madura, calla, por si viene San Martín.
Podríamos crear
una escuela de cerdos que nos enseñara desde pequeños a esquivar las balas: si
te preguntan esto, tienes que contestar esto…
En un mundo dominado por ellos, los pocos que quedamos
debemos pasar desapercibidos.
Pero claro, esto, con lo que nos gusta a nosotros llamara la atención, es imposible. Para cuando tienes edad para comprender ya te han pillado.
Con el paso del tiempo te das cuenta de que hablan a tus espaldas, máximo si no
pueden contar con tu cercanía.
Porque si algo tenemos nosotros es mucho amor, mucho humor,
mucho arte y mucha imaginación. Somos muy cerdos entre nosotros, y eso, cuando no se tiene, se
envidia.
Comemos cualquier cosa, con el paladar adecuado, el tiempo
necesario para degustarlo no tiene comparación con un menú degustación en un
gran restaurante.
Solo queremos cerdos en nuestra vida, excluidos todos los demás.
¡NO LO ENTIENDEN! ¡CON LO BUENAS PERSONAS QUE SON!
No tenemos problema, sabemos vivir solos en nuestro mundo, así que preferimos
no ser aceptados por vosotros y ni mucho menos que nos igualéis, porque para
eso tendríamos que rebajarnos mucho. Por si no lo sabes, los cerdos por carácter
somos altivos, somos ágiles y no nos vemos para nada gordos como vosotros nos veis.
Vuestro objetivo es normalizar, unificar, igualar. Todos los
que seamos extraordinarios, para ellos han de ser reducados y reinsertados.
Son buenas personas, pero tienen malafollá y eso se lleva
muy mal, mucho peor que no tener sexo.
Solo sirven para imprimirnos fuerza, la que tenemos se la
debemos, porque todo el tiempo tenemos que empujar en contra y eso nos hace
resistentes.
¡Lo siento tanto! ¡De verdad qué me das lástima!
No te falta de nada, pero no te aman. No eres más que un simple
cuerdo. Nadie se alegra de verte tanto como de nosotros, aunque a veces nos
esquiven por falta de tiempo. Los cerdos dosificamos nuestra presencia, cada vez
más que vamos para viejos, nos gusta estar al lado de los nuestros.
Cada vez os soportamos menos
¿Al final, quien te recordará? Tu papel es solo el de
mantener el orden.
Yo voy a soñar toda la vida con un mundo donde seamos
mayoría.
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