No reventaran.
No se comieran un puñao de majoletas venenosas se les
cerrara el culo y se le llenaran todas las tripas hasta apretarse unas con
otras.
No se ahogaran con su propio vómito.
No ardieran vivos.
No se murieran todos hasta no quedar ni uno.
No llegara un gas selectivo que aniquilara a
ciertos ejemplares de nuestra especie.
No se los robaran de chicos a todos.
Y yo cada día más fuerte,
esperando un golpe de suerte,
certero, como aquel que aprendí
a darle a los conejos de mi "pápa".
Conste que no era consciente de que mataba,
solo de que había que hacerlo para poder comerlos.
esperando un golpe de suerte,
certero, como aquel que aprendí
a darle a los conejos de mi "pápa".
Conste que no era consciente de que mataba,
solo de que había que hacerlo para poder comerlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario