Otra noche que no duermo por mis ideas. Se me ha ocurrido
una cosa que de seguro será agotadora, como todas las que se me ocurren, pero
que para mí es como si me hubiera tocado la lotería.
Es de esas tardes que estás
por casa haciendo un arqueodromo y de pronto viene una luz, que te llega de
lejos y te explica porque han ocurrido otras cosas que te han llevado a esta
idea loca tan alucinante y buena.
Tengo reducción de jornada en mi empresa, tengo un día de descanso entre
semana. ¿Qué hago yo con él? ¿Descansar?
No, no, no, ni de coña. Antes de que pasen tres semanas de ocio y desenfreno se
me ocurre una cosa que me dejará cao todos los días libres que me queden por
vivir.
Soy feliz, que nadie diga que mujer más abnegada, todo lo
que hago es por mi propia felicidad. En el Panda Pizzería, he trabajado como
una mula y como siempre, cuando algo funciona, lo dejo a su libre albedrío. Al terminar
el año, decidí no seguir ayudando tanto por allí y acudir a otros sitios que me
necesitan más.
Aquí ando, que no quiero contarlo del todo por si se gafa, pero
que sabréis de primera mano el día que todo esté en marcha.
Y lo escribo aquí para que conste, que soy inmensamente
feliz, que todo es gracias a mí o por mi culpa y que no me arrepiento de ni un
solo paso que di en mi vida.
Empieza mi nueva agotadora vida, así curo yo las penas: obra, trabajo de oficinista
y mi nuevo reto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario