¡Qué frío en la moto! ¡Qué bien!
¿Quién me iba a decir hace unos meses que volvería la
normalidad a la vida de mi hijo?
Cierto que sigue siendo un cargo en exclusiva,
el frío en la moto solo lo pasamos los dos, juntos. Es verdad que esto me hace
feliz, aunque me da un poco de coraje seguir siendo la responsable absoluta de
su vida.
Siempre fue así, no es por el divorcio, los padres ausentes
son desde el principio. Les da miedo cogerlos cuando son recién nacidos, yo los
baño mejor cuando empiezan a crecer y al final, con los deberes nadie como yo y
un sinfín de halagos a la buena madre que la convierte en responsable en
exclusiva de sus hijos.
Es un caso muy común, no sé porque me indigno algunas veces,
hay que asumir la derrota en ciertas cosas, la igualdad llegará para nuestras
hijas, espero.
Hoy empieza mi semana con mis luchas por causas perdidas, con María y Rocío, con mi casa, aprendiendo a cantar, acompañando a mi hijo al Muay Thai y continuando con mis planes maléficos por conseguir el triunfo sobre el lado oscuro.
No es verdad que la vida es justa, y no creo en la justicia
de Dios, porque no existe, por lo tanto, solo me queda el ojo por ojo.
¿Qué voy a coger un camión y le voy a pisar la cabeza? No,
solo voy a seguir haciendo mi vida de la mejor de las maneras y con el máximo
número de trampas posibles.
Necesito pasta para repartir entre los pobres de mi
sangre, por lo tanto, yo sabré lo que tengo que hacer para conseguirla. Desde luego no será la justicia de los hombres la que me la devuelva, está claro que no tengo pruebas.
Hoy es el primer día después de mi derrota absoluta, tanto
en los juzgados por falta de pruebas, como en la vida real por falta de éxitos.
La pizzería va cuesta abajo y sin frenos, por lo tanto, solo me queda seguir
construyendo no sé ni para que, ya me lo dirá Dios que no existe.
Esta semana vienen mis niñas, esta semana será grandiosa,
esta semana sigo trabajando con ladrillos y masa, cuarenta me acabo de traer en
la moto y porque no me he llevado mochila.
A seguir luchando aunque no vea el final del túnel, a campo
abierto y sin trincheras, que para eso soy bandolera y al final de la lucha ya
te diré si gané o perdí.
De momento me ganan por goleada, sin esfuerzo
consiguen casas mis enemigos, sin esfuerzo el amor de sus hijos, y sin esfuerzo
y sin castigo, sigue viviendo mi enemigo.
Yo, más humilde soy, y solo quiero que la ola que surja del
último suspiro de un segundo, me conducta vencida hasta el siguiente. ROBER DE
EXTREMO DURO.
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