Tengo la sensación de fracaso mezclada con la de un gran
triunfo. Fracaso por no haber levantado de golpe y de la nada un proyecto casi
imposible, por no haber terminado aún mi audiolibro, por dejar a medias Retahíla,
tantas y tantas cosas que se agolpan en mi búfer, en espera de que les de paso.
No se organizarme.
No me conformo con la actividad de un humano, aunque al menos por las mañanas he vuelto al trabajo
de una persona normal. De ahí viene mi sensación de triunfo. Hago totalmente
responsable a la suerte y quizás al cariño que me tiene la gente que me rodeaba
en mi trabajo. Me han hinchado de abrazos, yo también he dado unos cuantos.
Todo esto me ayudará a engordar un poco y sobre todo me dará
paz para seguir adelante con todas mis locuras, para que cuando nadie se lo
espere presente de golpe los frutos de mis actividades extraordinarias.
Ayer no pude regar mi huerta, hoy si. No va a ser fácil pero
yo tengo la cabeza muy gorda y tengo que hacerlo por Vacarisa, necesita un
hogar. Esta casa no está hecha para ella, necesita tierra bajo sus pezuñas. Me
encanta hacerla rabiar y que me muerda más fuerte de la cuenta los dedos de los
pies cuando voy descalza, para pegarle gritos y golpearle palmotazos en ese
culo tan erótico que tiene.
Corre asustada, parece que dijera: perdón, perdón, perdón –
en idioma cerdil.
Se que nadie entiende el cariño que nos tenemos, no
comprende como puedo echarme de carga un animal que come más que una pupa viva
y que me hace ir una y otra vez a pedir sobras al bar de unos amigos.
Pero es que yo la quiera a ella. Me guste tocarle las
tetitas tan suaves que tiene, me recuerde mi infancia hasta devolvérmela. Yo se
que me quiere aunque todos penséis que solo lo hace por la comida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario