domingo, 11 de octubre de 2015

EL CAMBIO

Está lloviendo. Todo el día lloviendo para que no pueda ir al campo. Todos están en la feria, pero yo me reservo para la semana que viene. No se puede estar tantos días de feria, mucha pasta, mucho desgaste físico, mucha malura.

Aquí estoy, en mi fin de semana del cambio. ¡Qué a gusto!

Ya llevaba tiempo bien, deseando que empiece el curso, como cuando era niña sin echar de menos nada. Cumpliendo ciclos de vida simplemente. Deseando empezar la actividad, que llegue el frío y la lluvia, quemar chimenea, sembrar las habas... 

Este año voy a hacer teatro y si se puede, estudiar música. 

Está bien fijar una fecha en el calendario, el día del cambio. 

Pongamos que empezó este fin de semana, el viernes nueve de octubre, el cumpleaños de mi Nela. 

Ya venía de lejos, se estaba preparando, pero no había terminado la casa y no podía parar de ser como era antes del cambio. 

Espero que sea duradero, aunque no definitivo, tengo que cambiar muchas veces más antes de morir. 

Otra de las cosas de mi cambio, es que ahora me la suda quedar bien. No pienso relacionarme con personas que no me aportan y no me caen bien. No pienso ni contarlo. No pienso ni dar explicaciones, simplemente, me quito de en medio sin temor a quedarme sola. Al contrario, siempre habrá otras personas que se quitaron de en medio, por tener yo tan ingrata compañía. 

¡Joder como hablo coño! es que ayer fui al teatro y hablaban en castellano antiguo, todo se contagia. 

Ayer volví a leer periódicos y lo peor, me intriga leerlo de nuevo hoy. Incluso, me gustaría conocer noticias de nuestros políticos y su carrera electoral. Me preocupa tanto cambio en mí.

Estoy leyendo un libro sin aburrirme y sin necesidad de esfuerzo.

El título me lo recomendó mi amigo Juanito Calentura, sabía lo que hacía el cabrón. Es una mujer muy parecida a mí la que habla por escrito. 

Me lo compré hace meses, pero no había terminado la casa y no había llegado el momento o la persona que me hiciera abrirme.

Estoy leyendo en voz alta. Me escucho y me entiendo, es más, creo que hasta leo bien. He llorado, me he reído, he sentido pena por la muchacha, porque está gordita y no se come un roscón.

La verdad, no puedo sentirme identificada con esta parte, aunque después de este fin de semana de inactividad y descanso, a lo mejor me echo encima un par de kilos.

Lo de que no se come un roscón, pues lo siento por ella, pero parecerme en eso es más difícil, y no porque yo busque, no estoy en ningún sitio de esos de buscar pareja, en el face me puse comprometida, pero es que la mejor manera de ligar, es no buscar, ir a tu aire por la vida, hacer muchas cosas, interactuar con muchas personas y responder a estímulos mínimamente.  

Mi vacarris bebé, ha vuelto a hacer caca normal. Me preocupaba lo suelta que estaba ayer. Supongo que pensaréis, que tía más tonta, con los animales. La verdad, me da exactamente igual lo que penséis. 

Es tan tonto cuidar a un lechón, como hacerlo con un humano y he criado cuatro. Al final te dan lo mismo. Experiencias, alegrías, penas, cariño, compañía…

Si, si, si, si, ahora vendrán todas las madres abnegadas y buenas a decir que como puedo comparar un hijo con un cerdo. No conocéis a mi hijo mayor, en cuyo caso, comprenderíais que la comparación es odiosa, para el cerdo claro, ensucia la mitad y gruñe menos.

Pues aquí tengo a la vacarris bebé liada en un trapo. Más contenta que la mar porque ha comido, dándome empujones con su naricilla, mullendo para dormirse a mi lado.

Si, si, un cerdo, a veces duermo con un cerdo, con mis gatos y hasta un pollo de aquellos de colores... 

Aunque lo dormí mucho.

LVM


No hay comentarios:

Publicar un comentario