Me gusta cuando duermes mi lado. Me coges como una muñequita
y me colocas a tu gusto, me pones la mano en la cara, me soplas en la oreja, me
utilizas de cojín…
Si intento moverme me inmovilizas con besos y más abrazo.
Besitos de perdiz, que no estás despierto, que me he dado
cuenta, que los das por instinto.
Me mandas callar, me sujetas.
Con los ojos como platos hasta que me duermo escuchando tus
sonidos, recibiendo tu calor.
¡Uf! ¡Cuánto calor me das! Menos mal que estamos en invierno.
No se te duerme nunca el brazo, es grande y fuerte, si se me duerme
el mío me aguanto.
Lo muevo despacio para que no te des cuenta. Si te das
cuenta, me abrazas más fuerte, más se duerme.
Me siento tan pequeña cuando me abrazas.
Y al despertar me ofreces tu cara de niño satisfecho, tus
ojos aun durmiendo, tu sonrisa placentera, los malos pelos, tus pocas ganas de
despertar.
¡Qué le voy a hacer si me encanta como me duermes!
Es que tú duermes muy bien.
LVM
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