martes, 27 de junio de 2017

PUNTO MUERTO

Ya si. 


No sé si sabéis que cuando bajo de mi campo en Puerto Alto, hago más de seis kilómetros en punto muerto. Ahorro gasolina, en la moto es como volar. 

Ahora sí, ya si puedo poner el punto muerto, al menos por unos cuantos kilómetros:

Tengo pienso para la cerda y dos ayudantes, uno pronto tendrá luz eléctrica en la casa que hizo su padre.

Aprobaron el presupuesto de mi Lolo.

Tengo a mi hija en el camino, fui muy dura con ella, lo sé, pero era necesario para que viera abriera los ojos. No se puede vivir solo de cuatro bolos y cuidar cabritas, ha de ser una grande, una muy grande, la estrella más grande que luzca en su generación. Va a Sevilla, seguro que sí, me atrevo a decirlo antes de conocer sus resultados en la prueba para la universidad de los músicos contemporáneos. 

Hasta el último momento no aseguramos la beca del año que viene, es más, no sabíamos si tendríamos que devolver la de este año, pero ya está todo bien, estamos en punto muerto, solo queda que  saquen su carné de conducir y a partir de ese momento, punto muerto. El año que viene termina sus estudios, los que él quiso hacer. Mi hijo será como le dije con siete años, lo que quisiera ser. En aquella mesa de mantel y servilletas bordadas, aquel día que le hicieron llorar diciéndole que con tantos hermanos no podría estudiar lo que quisiera, le dije: 

 - No escuches palabras de los tristes, nosotros somos mágicos. Tú estudiarás lo que quieras y te llevaré donde haga falta, hasta que seas, lo que quieras ser, que para eso está aquí tu madre que todo lo consigue.

Aún recuerdo su cara, sus lágrimas y su sonrisa.

Cumplo mi palabra que es ley. 

Me empeño y todo me sale bien.

Soy capaz de gastar hasta el último cartucho que de pronto, si tiene que arder la casa arde, pero consigo algo más para empezar el nuevo curso. 

Así es, señores, que no tengo una bolsa de billetes bajo el colchón pero alguien me ayuda, no sé si será vuestro Dios o serán mis muertos, pero todo me sale bien. 

Me consta que esto despierta envidias de los tristes, pero las cambio por los que compartís conmigo los triunfos.

Ayer mi hija se presentó en Sevilla a su prueba y ¡hacía fresquito! ¡en Sevilla! 

Comieron en una terraza, ¡en Sevilla! donde la lluvia es una maravilla y el verano un infierno. 

Se podía respirar a las dos de la tarde y encontraron aparcamiento a la primera y en el centro. ¿En Sevilla? 

¡Enga ya!¡Te quie ir ya!

No sé si será la fuerza de las galaxias pero mi poder llega a todas partes donde yo quiera llegar. Tengo un gran poder, el poder del amor.

Ahora, al menos, por unos días, punto muerto. 

El gitano ha suspendido seis, cuatro por los pelos, no sé cuales son ni me interesa, ahora tendrá que hacer como cada año, trabajar en verano y saltar de curso por los pelos y el último día, pero yo ya he puesto el punto muerto con él, no podría vivir en tensión por las cosas de mi gitano, son muchas. 

Hago lo que puedo, pero no puedo ser madre policía, no sirvo para vigilar, me despisto. Solo doy palos de ciego, cuando veo que se desvían, como los cabreros, golpeo al suelo. 

Con su hermana ya hace tiempo que puse el punto muerto, todo aprobado, menos inglés que en eso quedamos, y con buenas notas. 

Ya terminé la quinta casa, bueno, está habitable pero no terminada. A falta de miles de millones de detalles, mi casa ya es lo que yo quise que fuera desde el 9 de junio de 2010. 

Ahora, solo necesita mimos y cuidados para llegar a vieja, pero ya es la casa de mis hijos, ya no es mi casa, está terminada. 

Es su forma de vida, la de todos mis hijos, mantenerme en vilo hasta el último momento para que el triunfo sea más celebrado. Esperaré a que puedan ser abandonados todos, a terminar de pagar la casa y poder comprar mi furgo-vivienda poner el punto muerto y volar. 

Lloro de emoción.

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