martes, 13 de noviembre de 2018

DE PERDÍOS AL RÍO


Me voy a dejar llevar. Al fin y al cabo, esto es trabajar, trabajar y trabajar, no pierdo nada. Ya he criado a mis hijos, los ayudo en lo que puedo mientras puedo, intento disfrutar de todos los momentos que me quedan con ellos, pero al final, todo se resume en eso, trabajar.

Si me quedo en casa, pongo lavadoras, si  me paro un día me pongo a hacer obra, es como un vicio que tengo desde siempre, pues qué más da si invierto todos mis esfuerzos trabajiles en algo que finalmente no salga adelante. 

Pues nada pierdo, solo esfuerzo, la vida no me va en ello, la vida la vivo y la consumo todos los días.

Me gustaría tener cerca a mis niñas, pero como no es así, pues me conformo con mi rubia que me da mucha guerra, y el gitano branco que veremos a ver si mañana no me toca llorar otra vez en otra de sus tutorías, sin olvidar al más Barranco de todos que se come la nevera por los pies cuando vuelve a casa, no te digo na si el karma me escuchara y me trajera a todos a mi lado, siendo felices eso si, no por cosas malas.

Ya tengo una nieta, mi casa pagada en dos años, estoy visualizando mi propia jubilación. Me veo en una casa con chimenea donde viene mucha gente para que la ayude a hacer los deberes. No sé, me veo como Don Antonio, feliz de terminar mi vida sin tiempo para ir ni al servicio. 

Me huelo que mi última casa va a ser la más espectacular, la mejor de todas y a piso llano desde la calle. Para poder ver la luz tendré que ir a mi barco, todo encaja, todo es como dije en un principio. Me gustaría poder abandonar a mis hijos, pero se de sobra que Adela no podría estudiar nada si no estoy aquí todos los días. 

Tendrán que abandonarme ellos a mí, de momento, no veo el día en que me largue de esta casa con  viento fresco.



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