martes, 12 de febrero de 2013

PERRA LADRADORA



Yo quiero que se vayan, que se echen novios o novias que los vuelvan locos y no me llamen. Anoche a las once de la noche, mientras una hacía deberes a los pies de mi cama, sin dejarme ni que estirara las piernas, el otro churreteaba mi FACE al filillo de la misma. Mira que se lo pongo difícil, pero él se agarra para no caerse. Conocen a mis amigos, les gusta decirles cosas:

-          ¿Está fulanico mamá? Dile que …

Yo les grito para que me dejen en paz, pero me tocan el pelo para que me calme. No puedo dejar que me abracen un segundo, si bajo la guardia estoy perdía. Anoche tenía tres en lo alto, dando besos y abrazos, y yo solo podía convulsionar para que me dejaran un poco descansar de ellos.

Me siento en una silla habitualmente, cuando lo hago en el sofá, poco a poco comienza a aumentar la densidad de población del mismo. Pueden estar vacíos los demás, pero es que el mío es el más cómodo. Lo he comprobado, me coloco en uno que está viejo y cochambroso, y da igual, me persiguen.

El otro día vino a casa un amigo, teníamos ganas de hablar de nuestras cosas, cosas de adultos. Y ellos embobaos mirándonos sin abrir la boca para no interrumpirnos. A gritos tuve que espantarlos.

Al principio Ángel me miraba sorprendido pensando ¡Qué mala madre! Pero poco a poco los va conociendo ¡no veas como comen! ¡no veas lo cariñoso que son! ¡no veas lo cagaos! ¡no veas lo grande que es mi casa y el miedo que da estar en otra habitación donde no esté yo! Se los voy a mandar a su casa cuando esté triste.

Me acostumbré a cagar con ellos hablándome, eso ya no molesta, a ducharme diciendo:

-          ¡Me estooooyy duchando!


Encima se me quejan porque a veces, solo a veces, huele mal. En la mayoría de los casos huele a rosas, que tengo el culo amaestrado, pero no siempre.

A ellos no les importa, siempre que sea por “quererme” un poquito. Se que lo hacen de forma natural, es un vicio que tienen desde chicos. Yo tengo la culpa, cuando todas las abuelas me aconsejaban que no me metiera con ellos en la cama, yo pensaba, joder si cuando tengan veinte años no les va a gustar que lo haga, yo aprovecho. Pero es que algunos van teniendo ya sus añicos como mi niña mayor y anoche se tumbó a mi lado después de las once.  

-          Nena, un poquito de intimidad – le digo.

Me contestó que se aburría y siguió con su larga lista de cosas que le pasaron ese día. Yo a veces no la escucho, lo confieso, pero es que la quiero mucho pero habla más que yo. Aunque también es tímida con los desconocidos, como yo.

Me gusta ser su reina pero a veces agota, me gusta cuando aplauden porque le eché sal a la sopa, me gusta cuando me agradecen las cosas como yo enseñé a agradecer:

-          ¿Qué se dice?
-          Te quiero mami, te quiero, está muy rico… es muy chulo… me has pelado muy bien…
-          ¡Aplausos! – tengo que regañar a mi mayor porque a veces no me aplaude, pero la verdad que tener ya casi diecisiete años y aplaudir mientras tu madre hace reverencias como si estuviera en un gran escenario, tiene su mérito.

Es como a pedir, les enseñé diciendo “compartir”. En lugar de “Dame” desde chicos dicen, “compartir, compartir”. Cada día comparten menos, incluso se cobran por las cosas. Las clases de piano están a un euro la hora, los mandaos y robos de tabaco cincuenta céntimos… yo lo se todo, si me están leyendo, que lo sepan.

Así es mi vida real. Por mucho que yo ande todo el día hablando de sexo, pensando a los miles de millones de hombres que meteré en mi cama, la verdad es que no hay sitio para nadie más. Mi manta del polo, que es una manta de pelo artificial que me he comprado, es muy sexi, pero llena de niños cambia un poco la cosa.

No te asustes cuando amenace con comerte o follarte vivo, perra ladradora …

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