Mis amigos y familia se enfadan porque me pasan cosas graves
y yo no se las cuento. Yo les digo:
-
Si ya lo he contado a mi abogado.
Mi abogado es un hombre que he conocido, que tiene mucha
mala leche. Me dice que soy demasiado buena, que él es más malo. Yo le digo:
-
Claro, eres abogado.
Quiero contaros a todos, que no os cuento las cosas porque
pienso que ya las conté.
No es porque no quiera, es porque me acontecen muchas.
Aburriría hasta los perros si os lo contara todo, y no se distinguir cuando son importantes y
cuando no.
A veces olvido a quien le conté, otras que le conté y muchas
otras hasta las olvido después de que ocurran directamente. Por eso, a veces
tengo que empezar las frases con una pregunta:
-
¿Te he contado que …?
Otras muchas las termino con otra pregunta:
-
¿Ya te lo he contado verdad?
Todo es culpa de mi memoria temporal. Todo el mundo tiene
siete segundos, pero en mi familia en general solo tenemos dos o tres. O sea
que soy un poco Dori de buscando a Nemo, yo me encuentro un cabo suelto, lo ato
y me digo:
-
Sigue nadando, sigue nadando.
Para mi no existen los problemas, solo cabos sueltos que
atar, cosas que solucionar.
A partir de ahora cuando conozca a alguien nuevo para mucho
rato, porque si es para siete segundos no me voy a molestar, pero si vamos a
pasar una tarde entera juntos, le diré dos cosas. Primero:
- Háblame de ti.
Segundo:
-
Cuéntame que te he contado de mí, que no te aburra con
repeticiones.
Podéis hacer también como hacen mis niños, que ponen cara de
aburrimiento y me dicen:
-
Neck …
Y ya paro, ya paro.
Por eso cada vez que escribo algo a lápiz lo rompo, porque
como no se si ya lo he escrito, si me lo encuentro otro día, lo publico otra
vez.
¿Te he contado que me ha picado una avispa? Si, dos veces, se
metió en mi chaquetón. Yo no se como puede doler tanto una cosa tan chica. Me
duele desde el codo donde me picó hasta la muñeca.
¡Jodía avispa! ¿te lo había contado verdad?
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