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¿Sabes? Hoy imaginé que nos conocíamos por fin.
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¿Qué llevabas puesto?
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Que me arreglaba para ti.
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Mmm.
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Que cerdo, siempre con lo mismo, ¿qué voy a llevar? Unas medias a media pierna de esas que pegan
con silicona, un vestido de punto negro que casi deja ver la liga de la media
al cruzar las piernas.
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Mmmm ¿qué más?
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¿Más? Ya sabes, poca cosa más no queda bien el vestido
si se marcan las gomas.
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¡Uf!
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Tengo miedo a decepcionarte seguramente con tu
imaginación me verás más guapa e inteligente. Yo no soy inteligente, tengo
problemas de atención y bastantes dificultades que sorteo con astucia. Tengo
carencias que no podré superar, problemas de memoria que seguramente solo con
la edad, conseguiré disimular. No cometo faltas de ortografía por despiste, es
simplemente un cerebro atrofiado el que tengo.
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¿Otra vez valorándote al alza nena?
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No es falsa modestia, es la verdad. Todos piensan que
soy más de lo que soy a pesar de que repito una y otra vez que no es cierto. Si
es verdad que se muchas cosas por vivencias, que callo para no parecer pedante,
pero no me preguntes por escritores, pintores y culturilla general. No me
preguntes por políticos ni noticias que salieran en la tele después del años
dos mil diez. Pondré cara de saberlo y te seguiré el rollo simplemente, aunque
me importa un carajo todo eso, “me sua el coño” no saber nada de nada de eso.
Yo se otras cosas.
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Como ¿qué?
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Se querer, se mimar, se escuchar, hablar, follar… lo
que no se es cocinar, eso no.
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Uf, pues entonces mi madre me dirá: “no, no, no, no”,
así con el dedito acusador.
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No lo hará, porque no existiré para ella. Nadie me
valorará, nadie me juzgará, nadie dirá lo que debo o no debo hacer. Soy un
fantasma que se mete en tu cama y desaparece cuando menos te lo esperes. Soy una
amiga imaginaria.
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¿Y si yo no quiero? ¿y si yo te muestro?
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Lo negaré todo.
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