miércoles, 29 de agosto de 2012

¡¡AY!! MI CHOCHO

No hay nada más gratificante que lo no esperado. No hay nada más grande que sollozar de placer. Nada más bonito que llorar de alegría.

Aquella tarde lo esperaba nerviosa. Cambiaba de música intentando buscar la adecuada cuando llamaron a la puerta. Demoró terminando de poner la elegida, animando los nervios de su acompañante.

Correctos en las presentaciones, se acomodaron. Pronto soltaron los zapatos para subir los pies al sofá y seguir hablando. Él alargaba algunas cuestiones y ella, no lo escuchaba ya. Pensaba en los mil inconvenientes que podían suceder y curioseaba entre sus ropas buscando su cuerpo.

Él de pronto se levanta, desabrocha su cinturón y acomoda su camisa. Vuelve a sentarse, está cómodo, no se percata de que ese gesto la pone a cien, y continúa hablando.

Ella estira de su pantalón, también incómoda para mejorar su postura y seguir hablando.

Y seguir hablando, y seguir hablando, y seguir mirando y seguir observando.

Solo algún trago y unas palomitas pasaron por su garganta. No pudieron con la cena.

Su primera cita sin besos, su primera noche sin sexo,
¿puede haber mayor locura que eso? ¿Escenario más puro?

Se ofrecieron en alma y alma. Se dieron por dentro. Ella ya conocía la versión en cuerpo y cuerpo, sin almas, pero esta entrega era mucho más poderosa. Esta entrega la hacía débil, pequeña y vulnerable.

Desde sus primeras palabras escritas, ambos sabían que por fin habían encontrado a su gemela. Sus cuerpos podían rechazarse, pero sus almas caminaban solas, independientes y decididas. Nada ni nadie podía separarlas, ni mucho menos ellos mismos.

Aceptaron su inmadurez y su locura como un presente en sus vidas. Observados por el exterior, dos cabras locas, pero se miraban como sabios y viejos sachen de aquella tribu de indígenas que necesitaba de su visión distinta.

Hasta su familia los miraba con preocupación. Están para que los encierren a los dos.

Pero ellos arqueaban sus cejas, sonreían pícaros, arrugaban sus narices y se miraban a los ojos. Estaban frente a su espejo, a salvo de evaluadores.


3 comentarios:

  1. Muy bien descrito. Y es que en ocasiones, cuando las miradas lo dicen todo, no hacen falta las palabras. Me ha gustado. Un abrazo. :)

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  2. gracias Antonio, ojalá no te canses de leerme y ponerme comentarios, son un premio importante para mi.

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