Esta mañana amanecí en mi terraza. No pasé frío, mala señal para la gente que no tenga terraza. Como siempre Venus me esperaba y mi abuela me dijo esta frase que titula el texto.
No se si fue ella o fui yo esta vez, porque no me habló como hace siempre. Creo que cada día fuerzo más su apariciones mentales. A lo mejor no vino ni las primeras veces y todo fue coincidencia. A lo mejor soy yo que escucho voces en mi cabeza, como buen loco.
Digo que no era ella, o que si lo era se puso muy fina, muy mística: “HAZ LO QUE DICTE TU CORAZOOONNN Y NOOOO TUS OJOOOSSS".
Se la opinión que tendría mi abuela y seguramente no estaría de acuerdo tampoco con las cosas que estoy haciendo. Yo quiero pintarla muy moderna, visionaria como fue, que vea bien que me dibuje en pelota o que baile música africana con un extranjero, un como diría ella, un negro. Que coño, como diríamos todos, ya está bien de hipocresías.
Todavía tintinean los murciélagos, buscando algo que echarse a la boca antes de dormir, dan paso a los pájaros. Ya suenan las campanas o al menos ya las escucho.
Ya veo los colores de los tejados. Oscuras las montañas ya viene el sol detrás. Ya está bien de dormir, que luego te quejas de que te pilla el toro.
Tengo que despedir a mis hijos, los dejo en buenas manos, estoy tranquila. Tengo que hacer las maletas, pero será después de hacer algo que debo y no antes de la tarde. De todas maneras, me faltarán cosas y me sobrará ropa.
Suena el aire de sus alas, pasó muy cerca ese pájaro, es muy grande a mi vista, demasiado bello para no verlo.
Brilla el sol sobre mis montañas, mías todas, estas que veo y las que ves tú, donde quiera que leas.
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