martes, 27 de marzo de 2018

LO VIVO

Creo, sinceramente, que todo lo malo trae algo bueno. A veces tiene que pasar algo malo para que cambien las cosas que no eran  buenas del todo. A veces, cosas que aparentemente son fantásticas, solo sirven en tu vida para entorpecer a otras no son tan vistosas pero si mucho más enriquecedoras. 

Soy feliz en mi pueblo, si tuviera que mudarme me iría a un pueblo más pequeño todavía. Solo necesito crear y aprender cosas cada día. He aprendido a hacer queso, galletas de naranja y avena, a cortar alambre de espino... todo esto en un par de días. 

No creas que es fácil cortar alambre de espino, no sirve con apretar la cizalla, hay que hacer un pequeño movimiento de muñeca y tener mucha seguridad mental. Si aprendes el truco lo cortas como si fuera mantequilla, la fuerza no es lo más importante. 

No me muevo de mi casa, mi campo y mi trabajo, mi terapia semanal de cañitas con las amigas y caminar. Últimamente no viajo a ningún sitio,  mis hijos lo hacen por mí y eso me quita un peso de encima, me explico, para mí es fundamental hacer cosas que te lleves a la tumba, viajar es una de ellas, otra tocar un instrumento, escribir... lo de viajar no puedo ahora pero para eso están  Eva y Nela, se han ido a Zúrich, mis hijos a la playa, que me manden fotos donde aparezcan todos mis queridos y queridas felices, es doble premio. 

Su felicidad me contagia, es transmitida, me encanta, me siento fabulosa y sin gastarme ni un duro, sin dejar de construir y sin parar de hacer mis cosas. 

Tú dirás:

- ¡Esta tía está chalá, mira que es tonta! 

Bueno, a ver, que quieres que te diga, a mí me funciona, el problema es para los que pasan envidia, yo lo vivo en primera persona, como escribo.  

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