A mí me ofreció la vida un matrimonio estable y respetable y lo he
cambiado por las turbulencias de un divorcio; me ha ofrecido rehacer con todas las de la ley, con grandes
figuras de la copla y me he quedado con la imperfección por exceso de peso
aparente.
Me quedo con lo auténtico, con el desespero por verme, con
el mordisco salvaje en el sujetador de relleno; me quedo con las peticiones varias incumplidas por falta de
tiempo, con la larga lista de cosas que tenemos que hacer y no podemos, con lo
que nos queda por vivir.
Me quedo con mi ropa heredada, con antigüedad garantizada; me quedo sin gafas, que se me han volado
en la moto.
Me quedo con mis pantalones cortados a tijera sin vuelto,
con la camiseta de publicidad, con las botas de barro y la moto de Nela; me quedo con los pelos llenos de
tierra y con la cara llena de sol que es gratis; me quedo con la crema que cuesta puesta.
Me quedo porque se palpa tu deseo.
Me quedo con mi bocata de sardinas, con mi gimnasio de ruedas y adobe, con mi culo arriba, subiendo y bajando la colina.
En esto es en lo que quiero, gastar mi dinero: en mi cobijo y que sea eterno.
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