sábado, 21 de marzo de 2020

VISIONARIA


Siempre tuve la catastrófica idea de que mi casa serviría de cobijo para muchas familias si pasaba algo gordo, lo que no hubiera podido imaginar que pasaría tan pronto. Creía de verdad que me iba a dar tiempo a pagarla y que mis hijos cumplieran todos los dieciocho, pero esto está pasando ya.

Esta casa llena de casas da cobijo a una gran familia, más unida que nunca. Siempre me criticaron, me reprochaban que mis hijos vivieran en su propia casa dentro de mi casa, pero yo que soy de ideas fijas y no sé porque hago las cosas pero siempre tengo claro que debo seguir mis intuiciones, continué adelante hasta el día de hoy.

¡A partir de ahora mucha gente seguirá mi ejemplo!

Nuestros hijos no pueden literalmente hacerse independientes, estamos obligados por nuestra condición de generación privilegiada, a ayudarles. Nosotros nos hemos cargado el clima y ellos sufrirán las consecuencias. Al menos, aquí puse mi granito de arena, con cemento y algo más, para poder paliar la precaria situación que les espera.

¿Qué voy a hacer después de esta pandemia? 

Seguir construyendo hasta el día que me muera.

Ésta es solo la primera de muchas, el principio del final de las agresiones a la naturaleza. En estos días sin actividad humana, la tierra está recuperándose a pasos agigantados, ha sido un respiro para ella. 

Volveré a mi barco, llenaré aquello de cobijos preciosos para todos y será nuestra tierra, para toda la tribu, para cuando tengamos que huir de la ciudad.

Como chinches salen ahora de las grandes ciudades. Aquellas personas que envidiaban, los más horteras de Jaén, los del mensaje de AQUÍ NO HAY NA si hubieran visto de primera mano lo precaria que es la vida en esas ciudades, sabrían apreciar lo maravilloso que es un huerto, unas gallinas y una casa hecha con ruedas de coche, donde el sonido del exterior no existe.

Al final va a resultar que tengo una intuición del copón. No sabéis la de veces que me tomaron por loca y la de veces que pasé de su culo, del de todos aquellos que nos son capaces de ver más allá de su nariz. 

Estaba un poco cansada, no pensaba hacer mucho más, pero después de esta pandemia, seguiré construyendo con un objetivo claro y contundente, para cuando la vida en las ciudades se vuelve imposible.

Y después, descansar en paz. No he conseguido hacerme rica antes de los cuarenta, no tengo ni coche, pero debo estar contenta de haber conservado mi casa después del divorcio, para mis hijos y los hijos de mis hijos. Porque no merecerá la pena venderla, no darán ni un duro por ella, pero servirá de cobijo para todos los que necesiten un techo donde vivir o un hogar donde volver.

ESCRITO EN 2013... CONTINUARÁ https://lenguavivamata.blogspot.com/2013/02/la-impacienciathe-impacience.html

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