El
otro día estuve hablando con un psicópata. Un muchacho que me contaba que había
sido diagnosticado de esta anomalía. Me hablaba de lo común que es y del montón
de psicópatas que hay por el mundo.
Me
sorprendió su naturalidad. Hablaba de ello como algo que tenía asumido y que no
podía cambiar. Según él, el problema era para las personas que lo rodeaban, por
su parte, era muy feliz.
Me
dijo que el psicópata está tan absorto en sí mismo, que no tiene conciencia ni
sentimiento alguno hacia los demás. No responde al castigo ni a la
desaprobación. Su falta de emociones hace que todo le de igual, nada le produce ansiedad.
Sabe
que comportamiento puede dañar, pero siente un placer irrefrenable de seguir
haciéndolo, a pesar de que sufra consecuencias negativas por ello.
Poco
a poco, se aíslan del resto de las personas y provocan en ellas el mismo sentimiento que él tiene.
Su indiferencia por los demás se le vuelve en contra.
Su indiferencia por los demás se le vuelve en contra.
Un buen psicópata deben ir
consumiendo nuevos individuos para continuar acompañado.
Son gente audaz,
aventurera y poco convencional que comenzó a establecer sus propias reglas de
juego a temprana edad.
Esto
no lo he dicho yo.
LVM
No hay comentarios:
Publicar un comentario