miércoles, 14 de septiembre de 2016

HAY QUE TENER FE


Cuando yo traía a la gente a ver mi barrio, el  lugar donde quería hacerme una casa, todos decían lo mismo.

-          ¿Estás loca?

Es muy fácil creer cuando las cosas se ven, pero, sobre todo para mi gente que son todos muy ateos, creer en algo que solo ve una persona es una locura.

Pero yo si tengo mucha fe en mí.
Recuerdo que por aquel entonces nos comían las ratas y la basura, en la esquina aparcaban con los coches y los burros como podéis ver. Los vecinos no eran muy amables y yo tenía que embarcar a mi familia en una tremenda locura, hacer una casa de cuatrocientos metros, con nuestras propias manos.

Ni una sola persona de las que llevé a ver el solar dijo que podría ser una buena idea, solo el Barranco, que ya sabemos que era, porque se ha muerto, un animal de la construcción.

No atendimos a razones, en este caso el padre de mis hijos estuvo a la altura, trabajó mucho, trabajaron mucho todos: mi padre, Victoriano, mi ex… todos. Hicimos una locura, no contamos con ningún constructor, nos hicimos promotores, constructores y dueños. Todo en una.

El muchacho del banco alucinaba porque siempre nos sobraba dinero y no teníamos que hacer apenas certificaciones de obra, la casa avanzaba muy rápido porque sabíamos que durante la obra solo pagábamos intereses y que teníamos que hacerla cuanto antes.

Nos sobró un millón de pesetas. Por el dinero que valía un piso viejo para reformar, nosotros hicimos una casa de nueva construcción gigante.

Cierto es que uno de los vecinillos que nos “ayudaba” en la obra, hoy nos hace un poco la vida imposible. No ha tenido una vida fácil y es normal que esté enfadado con el mundo. Cada día está más mayor y hemos pasado muy mala racha con su adolescencia, él y sus amigos no dudaban en divertirse en la calle independientemente del ruido, el olor a mariguana…

Dicho esto, solo quiero añadir, que si hubiera hecho caso de todos los amigos y familiares, "razonables", que me decían que ni hablar del peluquín, hoy no tendría la casa que da cobijo a mis hijos, estén donde estén.

Hoy en día, lo de la casa, es incuestionable. Todo lo que he hecho en estos cinco años de divorcio es palpable, es real, es útil, es indudablemente buena idea. Pero cuando llevo a la gente a ver mi granja, solo ven ruedas. Cuando hablo de hacer un paraíso para los niños, mis nietos y bisnietos, solo ven locuras.

Pero yo no soy Don Quijote, yo no veo gigantes donde hay molinos. Yo veo las ruedas, el papel reciclado, arena y arcilla … pero también tengo la visión suficiente para ver las cosas como son y serán dentro de unos años. Yo vi mi casa como es hoy, cuando todos veían un burro aparcado en la esquina, tierra en lugar de aceras, basuras y ratas.

Con esto quiero decir, que despacico, sin gastar ni un duro, trabajando como rueda de molino, sigo adelante en mi proyecto de granja, ya sea El Barco de Pocagua o La Granja del Barranco, pero no pienso parar, porque tengo cuarenta y cinco años y hasta que me muera me da tiempo.

Otra cosa es lo que ocurra cuando ya esté muerta, espero que perdure, pero si no es así, ojos que no ven…

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