jueves, 23 de enero de 2014

PARA QUE ME ENTIENDAN

Escucho conversaciones ajenas de trabajadores que tienen un puesto fijo y un sustento asegurado y recuerdo como yo era uno de ellos hace muy poco. No me arrepiento, no quiero ese tipo de vida para mí, no quiero ser una privilegiada.

Me asusta enorme el montar un negocio y que fracase, buscar un trabajo y no encontrarlo, pero no me asusta trabajar en lo que sea, que mi economía sea variable y que mi vida no esté asegurada, mucho menos mi jubilación.

Cualquier trabajo para mí es bueno, siempre que pueda dejarlo, cambiar. Se que ganaré menos, trabajaré el doble, pero solo imaginar un edificio diferente, un trabajo distinto, un cacho de campo para labrar, un trabajo de limpiadora, de cajera, de peluquera, de costurera, ahora de … de lo que sea, de lo que se pueda.

A cambio, cada día me levanto con la ilusión de hincharme a trabajar en lo que me gusta. Estaría trabajando en esto las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año pero es que, algunos días llueve. 

Pido disculpas a los afectados por mi locura, a mi familia que me ve feliz y no se explica porque, a mis amigos que sufren mis altibajos emocionales, que es lo que me mantiene viva y a todos los trabajadores que llevan toda la vida trabajando en precario, por haber sido una privilegiada, veintidós años.

¡Ya estoy aquí, esperadme que voy!


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