sábado, 18 de mayo de 2019

NI UN MINUTO


Cuando le decía a mis compañeros que yo también me iba de la empresa de baja voluntaria con mi pasta en el bosillo, nadie me creía. Poca gente termina de conocerme suficientemente como para creer que iba a dejar un trabajo de sueldo considerado ejemplar y horario insuperable por simple orgullo. 

Me fui. 

Llevo las cuentas y personal en mi empresa, y a mí me tocó redactar la lista de despedidos, como soy Barranca, me puse la primera.

Nadie me cree cuando digo las cosas, pero sencillamente no las digo si no son rotundamente ciertas.

No invierto ni un solo minuto de mi vida en el amor de momento y al menos por un año y un día. Este año no hay amor, lo siento, no me compensa. Haciendo la suma de gastos e ingresos, el balance sale negativo, no invierto más en esta empresa.

Este año, millones de ideas vuelan por mis sesos, tantas que están desordenadas esperando que las cace de forma improvisada y dependiendo de las circunstancias externas.

Me siento muy orgullosa de todos mis amores, de unos más que de otros. Es posible que nunca me enamorara del padre de mis hijos, por lo que no me refiero a él en esta primera frase del párrafo, pero de esta relación surgieron cuatro grandes amores y los que nacerán, por lo que el balance sale positivo y me alegro de que ocurriera.

Todo muy bonito pero ya, hasta aquí llegó el carro. Paso a ser egoísta, a vivir para mí y los míos y a ofrecer lo que mejor se hacer y más me gusta, buen sexo y risas, pero no amor.

Es lo que hay, la que avisa no es traidora, le dijo la araña a la mosca.

PINCHA

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