miércoles, 29 de mayo de 2019

PUNTO DE NO RETORNO

Cierro el blog, ahora definitivamente, tengo miedo de los cuerdos. 

Solo permitiré la entrada a personas que son de mi confianza y sé que nunca me traicionarán. También es condición indispensable que  me lo pidan, no tiene nadie porque leer lo que no tiene ganas de leer.


Ahora ya no puedo volver atrás: si reconocer mis errores, pero no rectificar las consecuencias. 

Siempre me encantó la película de Regreso al Futuro, por el título tan retorcido en un principio y después de verla por el contenido. 

Ya me gustaría a mí poder regresar al futuro con muchos cambios en mi vida, miles de millones de cambios. Pero la ficción es ficción y la realidad es que la vida es como un prao verde asturiano, por el que corres sabiendo que al final hay un acantilado. 

He vivido esa experiencia y es cierto que si te rajas en un punto de esa carrera, te la pegas. También he vivido la experiencia de pegármela con un parapente, no en un acantilado pero si en el Picu.

No voy a volver a hacerlo, ni tirarme en parapente ni pegármela ahora. 

Me he planteado incluso ceder la custodia de mis hijos a los profesionales, no es posible a su padre, está peor que yo. Pero eso sería pegársela claramente, mis hijos ahora no aceptarían la falta de libertad, me necesitan para terminar bien su fase educativa. 

Solo sé una cosa, que no puedo parar. 

Se valora en estos días mi labor, las locuras que cometí con mis hijos, el exceso de libertad se confunde con falta de atención y en parte es correcta esta deducción, pero en mi caso, no puedo decir que no supiera, todo me lo cuentan y me piden permiso, lo malo es que yo lo otorgo siempre. 

Claro está que callan lo más importante, lo que tienen que callar porque si no los mato, pero eso es lo normal que hace una persona con su madre. 

Tengo miedo de los evaluadores de locos. Cierro porque es de manual que no estoy capacitada para ellos en lo referente a mis hijos, no solo eso, estoy incapacitada para la vida en general, y supuestamente soy una persona con problemas en la sesera. 

Mis antecedentes familiares me incluyen entre las personas que no están bien. No me he drogado por lo tanto, lo mío es de nacimiento y no tiene cura. 

Dicho esto, me gusta mi estado mental, no lo repudio para nada. No me gustaría tener el de la gente que es norma, creo que estaría en un psiquiátrico si me obligaran a ser normal, al igual que mis hijos.

Blanca estudiando clásico, José Antonio sin herramientas y sin tallar, y sin pintar, y sin sus manos. Adela y Alonso, está por ver lo que quieren ser, pero lo que está claro es que serán lo que ellos quieran mientras yo esté viva y suelta, tendrán que encerrarme en la séptima para frenarme a mí con mis hijos. 

Ahora solo me queda luchar por mis objetivos, que no son ni más ni menos que intentar recuperar de las lesiones sufridas a mi príncipe heredero. 

Se ha autolesionado con los tóxicos y creo que va a ser posible su recuperación. 

No responde a la esquizofrenia porque todo lo que dice es lógico. Si ve una hormiga grita porque va a llenarse su casa de hormigas, y eso podría ser verdad. Pero no ve una hormiga que no existe, ni va a venir a devorarlo, ni es una hormiga venenosa, ni nada que no pueda ser en la vida real. 

Si huele a mierda es porque se ha cagado, si te huele la boca te lo dice, pero es verdad que te huele, tiene mucha más percepción de los olores y no tiene filtro a la hora de decírtelo. Pero no es un olor imaginario, por lo tanto no es esquizofrenia. 

No sufre cambios de humor drásticos, no llora de pronto sin causa aparente, se enfada porque se ha cagado y se le cae la baba, es porque lo estamos dopando y eso es rotundamente cierto. 

No se ríe descontroladamente, cuesta sacarle la carcajada aunque se puede conseguir por lo que está perfectamente en ese sentido, no es bipolar. 

Hoy por hoy solo se le puede diagnosticar un brote psicótico por consumo de tóxicos, lo que para mí es una buena noticia. Es cierto, es un  brote del copón divino, el más grave que se conoce en la historia del hospital en adultos y niños, pero no deja de ser algo que hemos vivido muchos de nosotros a menor escala, en momentos de enfado, de pena, de frustración, o de alegría extrema.

Es como un sueño, no sabes si está ocurriendo o no. sabes que es verdad pero no te lo puedes creer y al mismo tiempo piensas que es mentira y que todo va a acabar con un:

-          ¡ Despierta !

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