miércoles, 4 de abril de 2012

MI MINICASA

Las seis de la mañana. Llueve en la calle, mi barrio se limpia de las meadas de los perros y de los líquidos de nuestras bolsas de basura. Miro a mí alrededor y me doy cuenta, de que esta es mi vida ya. Antes vivía como una extraña en mi casa. Como si mi espacio fuera de alquiler. Ahora tengo recuerdos al menos un año atrás y los anteriores comienzan a disiparse.

Mi anterior casa, la que tenía cuando llevaba una vida normalizada, ya no existe. Poco a poco la voy convirtiendo en la casa para mis hijos. Van creciendo y ya requieren su propio espacio. Mi objetivo, que cada uno tenga su minicasa aquí.

Cada vez soy más libre. Cada vez vivo más a gusto en mi nueva casa.

Ya no entiendo abrir un cajón y no encontrarme mis cubiertos nuevos, mis platos cuadrados y mis vasos. Antes todo era novedoso, como una recién casada.

Esta paz que me invade ahora, esta tranquilidad, antes no existía. Antes vivía en una celda dentro de mi hogar. Caminaba de día y de noche de un lado para otro, contando sus baldosas.

Ahora esta celda se llenó de gente, y todos quieren vivir en ella. Duermo con mi niño, me ha hinchado a patadas esta noche. Ya despierta lo veo como se prepara para una nueva patada, y le digo;

- Mira, mira, mira, ya me vas a dar otra.
- Hay perdón – dice - Mamá perdón.
- No pasa nada, si estás durmiendo, pero mañana en tu cama ¿vale?

Ya van dos noches y me duele la espalda. Pronto pasará el tiempo, y no querrá dormir conmigo. Pronto vendrán sus hijos, y yo los meteré en mi cama. Porque a mí me gusta, aunque me den patadas.

CIERTO ES, COMO DICE ANTONIO, QUE PERDÍ PESO EN MI CABEZA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario