lunes, 17 de septiembre de 2012

¡DEMOCRACIA EN LA PAREJA! NO ME HAGAS REIR

En una pareja no puede haber democracia. Ante cualquier cuestión solo se puede hablar de unanimidad o desacuerdo. ¿De que sirve votar en una pareja? Votos a favor, votos en contra… se repite la votación.

Otra vez, ¿votos a favor?

Desde las cuestiones más banales hasta las más profundas de las discusiones existenciales, cuando comienza un desacuerdo de pareja, ambas partes saben que no podrán sino ganar o perder. Si tuviéramos un mediador que nos desempatara todo sería más fácil, pero a ver quien es el valiente “umpire” que se encarga de este partido.

Más aún con las nuevas tecnologías, te imaginas siendo el árbitro de unos amigos, enviándote a ti los argumentos para que emitas veredicto a favor de uno u otro. Si ya es un coñazo el Factbook, wasap, … imagínate:

“Quiere que me haga la depilación láser, dile que no, que duele”.
“Se ha puesto celoso porque me ha visto saludar a un ex, ¿a que no es normal?”
“No vino a cenar en el cumpleaños de mi madre, ¿yo porque tengo que ir ahora?”
“Por aquí no paso”
“Le doy dos horas para que recapacite”
“No ha recogido la ropa”
“yo se la he chupado tres veces esta semana ¿cuándo me toca a mí?”
“Se olvidó de mi cumpleaños”

Lo mejor es decir: “no puedo ser tu mediador, ya lo soy de otra pareja”

Imposible ser mediador de dos y no terminar loco perdío.

Si fuera condición in ecuánime conseguir mediador, para formalizar una pareja, andaríamos todos desparejaos. Por eso, tenemos que apañarnos solicos.

¿Cómo? Apuntando:

Esta me la cobro. Esta la concedo porque tú concediste aquella. La próxima vez me toca a mí. Mmmmm, si es que no puedo decirte que no, me gusta más que a ti.

Así es la vida en pareja, sobre todo lo más importante es no perder la cuenta. Si pierdes la cuenta de las veces que cediste, malo, si la pierde él malo también.

En el primer caso llegará el día en que se te infle el coño y le digas, mira donde está la puerta, y en el segundo, se quedará en casa para seguir atendido, pero buscará otras actividades alternativas de ocio, que tú desconocerás y desaprobarás de seguro, en las que no podrás participar por su puesto, pero que pagarás con el sudor de tu frente.

Para algo los ingresos son también bienes gananciales.





1 comentario:

  1. Y porque no legitimar la renuncia? Acaso la renuncia a parte de nosotros no es una cura de humildad necesaria? Porque no alcanzamos a ver lo hermoso de derrotar renunciando al egoismo que nos enseñaron a practicar como educativamente normal desde chicos?...quizás probando...¿no?
    Lo que ya queda obvio visto el nivel de fracaso en la pareja a modo global, es que la suma de dos individualidades no es una pareja, o si, solo que de modo cuantitativo, no cualitativo...
    Acaso compartir no es un ejercicio de renuncia en el que ganamos todos?

    ResponderEliminar