MORITURI TE SALUTANT

Y llega Dios de entre los muertos y les dice a unos cuantos vivos:

-          ¡VAIS A MORIR! Pero no todos, puede que consiga salvar a dos o tres que deberán estar eternamente agradecidos.

Se escucha el tragar de saliva rodeado de mucho silencio.

Quedan todos sin consuelo, pero con la esperanza de ser uno de los elegidos para continuar viviendo.Ya vieron morir a muchos, previo aviso de Dios. Sabían que no eran simples amenazas, que de verdad la muerte les esperaba a casi todos. Pero podían ser uno de los supervivientes.

A partir de ese día, comienzan los gestos solidarios del resto de la humanidad, que incauta piensa, que porque aún no le ha llegado el aviso de Dios, están a salvo, sin preveer que ese señor está en todas partes, y que cualquier día, mientras están cagando, comiendo o simplemente fregando unos platos, o al abrir la nevera, aparecerá, y les dirá, directamente:

 ¡VAS A MORIR!

Quizás sea mejor así. Lo sabes cierto y puedes hacer tu larga lista de cosas que te faltan antes de morir. No hay esperanza para continuar viviendo con normalidad, directamente se pone uno en marcha a cumplir deseos. 

Pero no fue así, en este caso Dios quería jugar un poco más con el resto de su corta vida, quería darles esperanzas a todos, pero avisar también de que la muerte les esperaba a la mayoría de ellos.

De vez en cuando, pasados los días, volvía a informar, de lo mal que lo pasarían, la muerte tan lenta que debían sufrir, los tratamientos tan inhumanos que debían aplicarles y sus consecuencias. De que debían ser fuertes y no olvidar, que de entre ellos al menos dos o tres seguirían vivos. Si, pero …

¿En que condiciones?

En el grupo la depresión se hacía patente, los tics nerviosos, las lágrimas, los nervios comenzaban a aflorar. Es posible que de entre ellos quedara alguno vivo, pero ¿cuerdo?

Difícilmente.

Cuando todo pasara, cuando todo terminara de una vez, seguramente les quedaría menos pelo en la cabeza, más canas y expresión de haber recibido la famosa llamada de la mujer del pozo, que les avisaba de que en siete días debían morir.

Pero pasaron los siete días, y siete más, y otros siete. No era la mujer del pozo, era Dios y debía tomarse su tiempo. Poner de acuerdo a todos los ángeles, que además todos tenían un gran sexo para poder aplicar sus castigos anales.

Luego estaba San Pedro en la puerta, intentando que nadie entrara al cielo. Eran muchos los muertos últimamente y corría peligro de no tener sitio para todos en buenas condiciones.

Y así pasando el tiempo, comienzan a acostumbrarse a la amenaza, y el grupo actúa con más o menos normalidad, ya no ven las cámaras que los observan, como en Gran Hermano, ya no se percatan de los ángeles evaluadores que sobrevuelan sus cabezas libreta en mano, evaluando cada gesto para poner su punto positivo o negativo.

Llegado el momento actual, todos deseosos de que llegue la muerte, a llevárselos o a dejarles más tiempo, miran a Dios de frente y le dicen:

- Ave, DIOS, morituri te salutant.