Yo quiero para mí un comelibros.
Que me lea por las noches y no se enfade si me duermo. Nadie se enfada si se duerme un niño cuando le leemos cuentos.
El otro día me dormí
con amigos en mi chimenea. Todo el día en el campo con el frío y la lluvia
currando. Llego a casa, ducha, chimenea, calor, vino y conversación. Yo lo negaba en
todo momento y la Mari decía:
-
¿Qué he dicho? Di, ¿Qué?
-
Anda cuéntalo otra vez nena, solo me falta el
final.
Se me escapó un gran ronquido que yo misma escuché. Intenté echar
la culpa a Vacarisa, pero no estaba.
No es la primera vez que lo hago, tengo algún amigo que no
podrá olvidar aquel día que me dormí mirándole a los ojos mientras hablaba, en
to su cara.
Con el paso de los años supongo que lo recordarán con cariño. Solo la Lengua se duerme en reuniones de amigos y en casas ajenas.
Eso que no me tocaron el pelo.
Eso que no me tocaron el pelo.
Bueno, pues ahora tengo ganas de que me lea un comelibros. Hacer
como hacía con mi hermano Lolo, una página tú y otra yo. Espero que me toquen muchas
páginas con ilustraciones y que mi comelibros sea comprensivo y me perdone
cuando me duerma.
Y si quiere castigarme que me despierte mamando de mi pecho,
que me castigue a besos. Que me estire los músculos de mi cuerpo, que me coja el pelo
de la cara y me lo peine por la almohada, que me sople la nariz y que me no me
deje dormir.
LVM
LVM
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