martes, 17 de febrero de 2015

LA NEGRA

A mí los tres deseos que dice la gente que le gustaría cumplir antes de morir, no me llenan.

Tener un hijo, hecho. El mío lo hice en olla exprés, me casé en marzo y lo tuve en mayo.

Plantar un árbol no sé, pero tengo un montón de macetas.

Y escribir lo veo muy difícil, no me entiendo bien con el ordenador y a mano tengo muy mala letra.

De los tres deseos, uno ya lo tengo hecho y los otros dos son:
Amanecer un día de juerga. Siempre me amanecía por trabajo, nunca por una buena causa.

Y el segundo de siempre, incluso cuando estaba casada, yo decía que no me quería morir sin acostarme con un negro.

Desde los dieciocho con mi marido, yo no conocí otro varón. Siempre dije que si algún día me separaba, si algún día me separaba, si algún día yo, me separaba, a mi lo que me gustaría es ser un putón verbenero.

Y sobre todo, lo que más ilusión me hacía, era que mi vagina conociera a una negra.

Una vez que me separé me dije:

-          Vamos nena, ponte a la obra.

Mi negro se llamaba Lai, aunque muy light no era, era chocolate puro. De cuerpo estaba muy muy bien. Imaginaros un negro apañado, quince años más joven que yo, guapo, era lo que yo estaba buscando, un bombón, nunca mejor dicho.

Y mira que a mí no me gusta el chocolate, pero éste era un Ferrero.

Acostumbrada a un blanquito cincuentón, mi Lai era para ponerse nerviosa.

Era muy impuntual, su sentido del tiempo era muy distinto al mío.

Encima se trataba de echarle un polvo a un negro, eso no pasa todos los días, se impacienta una mucho más.

Tuve que esperarlo un buen rato a la puerta de mi casa. Las vecinas pasaban, saludaban y preguntaban claro:

-          ¿Qué haces? ¿A quién esperas?

-          Nada mira, aquí que estoy esperando que viene un negro para echarme un polvazo.

-          Muy bien vecina, yo cocido pongo hoy.

Quién se lo iba a creer.

Al llegar a casa, yo que me imaginaba una entrada triunfal, golpeando las paredes con el negro haciendo de las suyas. 

Pues no, se puso a ver la tele. 

Necesitaba ambientarse. No vimos documentales de la dos como os podéis imaginar.

Yo que había preparado mi cama, mi ambiente, velitas, luz batida… allí estaba, en el sofá de mi salón viendo la tele con un negro.

Y así directamente, sin preliminares ni na, comenzó a succionarme. No se le puede llamar a aquello un beso solo, su lengua era un tampax  super, me dejó la boca seca.

Y de ahí, directamente al mete mete, sin pasar por preliminares. Ni cunnilingus, ni sesetenta y nueve, na de na. Ni la danza de la lluvia ni la de la fertilidad. 

¡ Yo que estaba dispuesta a aceptar todo lo que me echaran en pro del intercambio cultural!

Como mucho el misionero y voy que ardo.

Y es que Lai pensaba que por tener LA NEGRA grande, ya lo tenía todo hecho y yo debía estar eternamente agradecida.

¿Yo para qué quiero que me salga por la boca? Si con la puntita tengo bastante, lo demás solo sirve para empujar.

Más de tres condones se cargó, supongo que no sabía ponérselos porque yo se los compré XXL.

Menos mal que estaba más salida que el rabo un cazo que si no, ni me corro.

Yo pensé: “¡Nah!, esto es el primero, la noche no acaba nada más que de empezar. Ahora es cuando viene ir al dormitorio y poder estirar las piernas, que en ese sofá de dos plazas, con lo largo que era mi bendito Lai, casi acabamos en urgencias”.

Y que va, me dice que se tenía que ir. Encima que llega tarde va y me dice que se tenía que ir.

Bueno, así fue la historia, decepcionante. Ya no se me ocurre más hacer mis deseos realidad, que luego pasan estas cosas y ya te mueres sin esa ilusión.

Con lo bonica que hubiera estado yo en mi lecho de muerte diciendo:


-          Una negra, yo quiero que mi vagina se coma una negra. 

LVM

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