viernes, 27 de octubre de 2017

GRACIAS SEÑOR

Hoy cumplió años una amiga, treinta y ocho, justo los años que yo tenía cuando empezó mi segunda vida, la verdad, estoy nostálgica y muy contenta. 

Al principio de mi nueva existencia  pensaba que era mayor, que había malgastado muchos años de mi vida al lado de un malo,  hoy lo veo todo distinto, ¡qué joven era, qué bien joder!  me alegro tanto, si lo sé rompo ramales antes, no por los cuernos, por gusto simplemente.

Ahora veo que mis hijos tenían la edad justa para nacer y poco más, que todo era parte de un plan perfecto de alguien para mí. Mi barrio, mi casa atrapada entre tanta miseria, todo estaba previsto para que no pudiera venderla. Hoy está el barrio precioso, no hay ruidos, solo perros ladrando a lo lejos, hoy estoy feliz, contenta, mucho, porque mi vida es tal y como yo quiero que sea y la de mis hijos, tal y como ellos quieren que sea. 

Nadie dirige aquí en mi casa, en nuestra casa, yo soy la reina y yo mando.

Siempre he pensado que alguien me ayudaba, ahora lo sé. Pensaba que era el azar, la casualidad, la suerte... ahora no, empiezo a creer en algo más que castiga o favorece. 

Cuando la gente piensa que no es verdad, que no tienen castigo los malos, es porque no saben mirar bien, buscan castigos visibles, aparentes. Si rascas un poco te darás cuenta de que los malos por dentro están podridos de rabia, que por mucho que por fuera yo aparente estar jodida, ¡madre mía! Sabe Dios que soy más feliz que una mierda que te comas. 
No es necesario que me den más pruebas, con dos o tres malos me doy cuenta de la cruz que llevan encima.

Debemos mantenerlos fuera del alcance de nuestra vista, no compartir espacio con ellos para que no nos salpique su castigo. Ellos no pueden huir de si mismos ¡Qué puede ser peor!

Quizás sea mi chico que me mete pájaros en la cabeza, dice que nada es casual, es cristiano y ve a Dios como si fuera otro color. Tampoco se le puede hacer mucho caso a alguien con esta cara.

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