domingo, 29 de octubre de 2017

ATRAPADAS

Hay mujeres que cuando se divorcian se dedican en exclusiva a la crianza de sus hijos. Son para ellas lo más grande, su única razón de ser. No puedo hablar por los hombres, porque no lo soy, así que no voy a tratar este tema con género indefinido, hablo de las mujeres  y si me quieres llamar misógina como me ha pasado en otras ocasiones, pues te borro y andando.

Misógena o no, pienso que ellas mismas se ven atrapadas en su propia trampa. La pérdida de su macho las hace volcarse en los hijos de manera enfermiza. Alienan a sus vástagos en contra de su progenitor, para que todo su amor se dirija a ellas y lo consiguen.

Consiguen romper todos los vínculos con el padre y ser las únicas personas para esos niños. Son muy buenas madres, datallosas, preocupadas... posesivas, sus hijos son su bien más preciado. 

Critican a madres como la que fui yo, que cuando se divorcian rompen con todo, viajan, se cuidan, se echan novios, viven.

Yo tuve suerte, antes de que mi exmarido saliera por la puerta, otro me miraba con ojos de niño. Fue, es y será una persona muy importante en mi vida, me devolvió la ilusión, me empujó a escribir, me enseño a follar, me acompañaba a diario, me hablaba, me dirigía positivamente. 

Consiguió que mis hijos no fueran el centro de mi universo.

Por mi propio interés los obligué a ir con su padre, a tener una relación, a aceptar que su padre era la otra parte de su amparo, la otra persona que debía cuidar de ellos en el caso de que me pasara algo.

Hasta hoy, mis hijos tienen una relación buena con su padre, aunque a mí me parezca un gilipollas integral. Descarto este tipo de relaciones donde los progenitores "por el bien de los niños" se hablan sin rencor, sin odio.  Yo odio enormemente a mi ex, es el único sentimiento que me une, dicen que del amor al odio va un paso, yo lo di y me quedé. 

No pienso para nada ser buena con él, no voy a mover ni un dedo para mejorar su vida, pero tampoco lo haré para empeorarla. Me interesa que le vaya bien, me interesa que esté bien con su pareja, que mis hijos acudan con él a comidas, eventos familiares, me gusta que así sea y los vea como evolucionan positivamente, a pesar de la madre loca que han tenido. 

Como decía la Pantoja, dientes, dientes que es lo que les jode.

En fin, que llegado a este momento que me toca pensar y pienso que por instinto o gracias a mi joven amante, no me dejé atrapar por el odio, lo canalicé como una escopeta de feria y derribé todos los premios para mí. 

Una vez finalizada la crianza de mis hijos, educados a mi manera, con lo poco que me queda: que tengan una profesión efectiva que les lleve a tener un trabajo bien remunerado, que le guste y les haga crecer. 

Hoy puedo decir que lo hice bien para ellos y para mí.

Educar eso sí, lo hice a mi manera y nadie pudo evitarlo. Los enseñe a pedir disculpas en la mesa si se les escapaba un eructo, en aquella mesa tan preciosa con mantelería fina y cubertería de plata, si a alguno se le escapaba un eructillo se escuchaba rápidamente:

-           ¡Salud camarada!

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