viernes, 13 de julio de 2012

LA GRAN GUERRA

¿Quien nos iba a decir aquel atentado a las Torres Gemelas, que aquello que veíamos por la tele nos iba a afectar tan directamente?

Si nos lo cuentan, no nos lo creemos. No creemos lo que nos viene de camino, lo de la guerra mundial, lo de la vuelta al estado de sitio, a las penurias, o a la vida simple y natural.

Quién iba a creer que le bajarían el sueldo, que le subiría la hipoteca, que perdería el trabajo y la casa, que duplicarían el valor de los alimentos, de la gasolina.

¡Quién nos iba a decir!

La guerra contra las armas de destrucción masiva, solo fue la aguja que pinchó nuestra burbuja, nuestra gran mentira.

No solo le debemos echar la culpa a los bancos, todos somos responsables, todos participamos. ¿O es que nosotros no vendimos a precio de mercado nuestros pisos?

Muchos de nosotros engañamos y fuimos engañados. Nos picoteamos como pollos de perdiz y seguimos haciéndolo.

Llamamos locos a los razonables, a los que no querían meterse en más de lo que podían pagar, a los que no cambiaban de coche cada año, a los que decidieron tener hijos en lugar de consumir e invertir en ladrillos.

¡Y AHORA QUÉ!

No tenemos políticos que estén en a la altura, no hay vocación, no hay héroes, no hay figuras como las que conocemos por nuestros libros de historia, nadie sería hoy asesinado porque nadie destaca por su valentía.

Nadie es capaz de encontrar la solución y tomar decisiones inteligentes. Nadie.

Nuestra clase política se ha criado en la abundancia, en la opulencia, en la ignorancia, dando codazos por el sillón.

Gastan lo presupuestado aunque no sea necesario, y al año siguiente recortar.

¿Que clase de economía familiar llevaría yo si hiciera eso?

Pero no es su dinero, no es su casa, no son sus hijos los que ahora pasan fatigas, no hay políticos que sientan el dolor de su pueblo como suyo propio, que sientan que son sus hijos los que los votan, también los que no los votan.

No están cerca, no saben cuanto vale un café, no necesitan trabajar para vivir, se aburren y juegan con nosotros como si este país fuera su casa de muñecas.

El poder los ciega, el poder de decidir sobre nosotros.

Aprender la lección y actuar, es lo que debería hacer el pueblo. Organizarse y contraatacar, responder con la fuerza si es necesario y empezar ya de una vez, la gran guerra,  despojar de todo a los grandes capitales y volver a la tierra, volver a pedir tierra para el que la trabaje, al final es lo necesario para vivir, alimentarse.

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