Tumbar mis días, pagar mis deudas, ver crecer a mis hijos, continuar con mis proyectos.
El tiempo administra mis ideas, pero no se me olvidan las cosas. Es el momento de sobrevivir solamente, ya se verán volver las ilusiones.
¿Por qué ahora pienso tanto las cosas? ¿Por qué antes vivía tan ciega, tan mula?
No lo se, estiro mi tiempo, olvido la tele y los entretenimientos.
Quizás mis ansias de moribunda en esta sociedad, de despojo, de pieza fuera de lugar, me hagan hacerme más preguntas.
En la búsqueda de un cambio para mí, deambulo ansiosa, sin parar de hacer cosas, insatisfecha por el tiempo perdido. El que perdía ayer, el que puede que pierda hoy.
Ya no pienso en los años perdidos, esos, están muertos y enterraos.
Empiezo muchos textos, no termino ninguno, todos me parecen una gilipollez, todo esto en general me parece una gilipollez. El hecho de que la gente piense, también me parece una pérdida de tiempo. El hecho de pensar: “mañana, si pudiera desarrollaría esta idea, y no dormiré hasta conseguir llevarla adelante. No descansaré hasta que me escuchen”.
¡Que gilipollez! No queda nadie al otro lado.
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