martes, 27 de enero de 2015

EL PROCESO II

Nadie puede expulsar la pena de la pérdida sin duelo. Algunos de nosotros manifestamos esa pena con euforia, exceso de simpatía, de actividad, intranquilidad extrema. Yo he tenido varias pérdidas en mi vida y no me refiero a las propias de la edad, me refiero a perder hombres.

Cada duelo es distinto dependiendo del nivel de enamoramiento y del momento de tu vida. A veces ayuda a curar la pérdida un nuevo amor. Casi todos los primeros amores después de una relación larga suelen ser intensos y penosos. Suelen terminar con la misma euforia que comienzan.

Para curar una pérdida, lo mejor son las follaventuras. Hay que tener muchas de esas para tranquilizarse y continuar viviendo con normalidad. Viajes, ciberamantes, amores y amigos, todo en su justa medida.

Mientras se cura una pérdida, la ausencia de actividad suele llevar a la ansiedad. No pares de hacer cosas, no te quedes solo. Manda mensajes a todos tus amigos, alguno estará aburrido ese fin de semana.

No debes dejar que el proceso de duelo dure más de un año o como mucho dos. Si lo dejas te afincas en ese sentimiento. Empiezas a estar cómodo con la pena que produces. Si dejas que esto ocurra te harás adicto a los ansiolíticos y a la pena. 

Poco a poco, llega la calma, más si en uno de estos amores te haces pupa, entonces es cuando dices, vamos a ver si nos estamos quietecicos un tiempecico.

Una vez llega la calma, pueden aparecer amores más constructivos, más correspondidos, más tranquilos y placenteros. Más pequeños y razonables, más llevaderos.

Yo estoy ahora mismo en ese punto. Tengo la misma prisa en encontrar pareja que tiene mi hija de once años. Sé que no durará para siempre, por lo que no me importa empezar el año que viene o el otro, follar está sobrevalorado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario