No puedo dormir. Toda mi vida han sido locuras y locuras. No
termino de inventar una cuando ya he hecho otra de las mías. Hacer mi casa era
una gran locura en su día, luego las casas dentro de mi casa, locura doble. Siempre
estoy igual, no aprendo.
Me escapo de los sitios, me olvido de cosas importantes y
necesarias, no pienso en el futuro, todo lo hago a golpe de impulso.
Me he ido de un trabajo fantástico por loca y he vuelto
porque tengo suerte y mucho cariño repartido.
No sé cómo se resolverá la última, estoy en ello.
Ahora que lo pienso, tengo cuatro locuras maravillosas en
casa, que también dan mucho que hacer. El trabajo que dan no suele compensar,
pero ¿qué haríamos sin ellas? Nuestras locuras.
Conozco personas que tienen una vida cómoda y lineal. Todos sus
días son iguales. Sus únicos dilemas son cosas como: que color le pongo a la
pared, que coche nuevo me compro, que comemos mañana.
Poco trabajo, pocos fracasos, pocos éxitos también.
Pasan sus días y pueden resumir su vida en unas cuantas palabras.
Llevan una vida perfecta. La misma vida que llevaban hace
treinta años. Sus casas están decoradas,
no como la mía que es simplemente un hábitat. De mis paredes cuelgan cosas
necesarias o con historia.
Yo estoy hasta el coño de mí misma, pero no me puedo evitar
estar a mi lado. Hago las cosas y después me quejo. Normal que nadie quiera
estar cerca, es para hincharse de problemas.
Y lo peor de todo, es que solo así soy feliz.
Siempre pienso que me van a salir bien las cosas, y si miro
para atrás me doy cuenta de que estoy dejando un gran reguero de éxitos. Pero también
de fracasos.
No dormir, me pone pesimista.
Llorar no es malo, a mí me ayuda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario