domingo, 15 de mayo de 2016

BARRANCOS

-          Bueno Mona – me dijo – lo que tú digas, que para eso eres el macho de esta manada de Barrancos, por los cojones lo digo. Que tenemos plan de huida pero si tú lo ordenas entran en acción las tropas.

Siempre fui el eje, el cerebro de la operación, la astucia y la fuerza bruta. Para que andar con chominás si es la verdad, si es que se me ocurren las ideas más fáciles para solucionar las cosas más imposibles.

No tengo ni idea de para donde voy a girar en cada momento y tengo que organizar a los Barrancos cuando la cosa se pone fea, para que no piensen y me sigan.

Recuerdo cuando mi madre trabajaba por horas fregando, que siendo la más chica, me tocaba a mí organizar la casa los sábados que no teníamos cole. 

Era la más pequeña, pero era mujer. 

Me encerraba con las llaves de casa en el baño,  después de echar el cerrojo. Hasta que no me hacían las camas y organizaban su cuarto no los dejaba salir.

-          Mona, que ya lo hemos hecho – decían.
-          No ha dado tiempo.
-          Mona de verdad.
-          No, lo leo en vuestra voz.

Es que mi madre nos decía que leía en nuestros ojos las mentiras, y yo por el tono de voz, de verdad que sabía cuándo me mentían los mellizos y si habían hecho las camas o no, aunque estuviera encerrada detrás de aquella puerta.

Es que eran muy chicos y transparentes para mí a pesar de tener un año más que yo.

De este modo desde pequeños, aprendieron a seguir mis órdenes, me llevé muchos puñetazos de esos que dejan sin respiración, me escondí muchas veces para que no me pillaran, escondía las llaves me dejaba capturar aunque sabía que me someterían a graves castigos y torturas para sacarme la información. 

Eran dos, pero no tenían secretos para mí, yo estaba entrenada para resistir. 

Pronto aprendieron a saltarse por el balcón de Lola, la vecina del primero, que puso un cierre y claro, se lo puso a huevo. Entonces tuve que inventar nuevas estrategias para conseguir que me obedecieran, poco a poco, como se doma a un mustang, comprendían que perdían mucho más tiempo atizándome a mí, que haciendo las camas.

Cuando uno consigue sobrevivir a todo esto, nadie puede contigo. 

Sabes que las hostias solo duelen, que nadie muere de un puñetazo aunque creas que no puedes respirar y has sufrido una parada cardio-respiratoria después de uno de ellos, sobre todo los de “LA GUAPA” que tenía mucha mala leche , la cabeza muy gorda, y cuando se mordía la lengua y venía pa ti, tenías que ser muy valiente para permanecer en tu posición dignamente.

Ahora, me alegro, porque no hay forma de que nadie se resquebraje en los momentos malos, si yo doy la orden, todo el mundo se relaja y hasta los disfruta.

Los momentos buenos y las celebraciones con los amigos, cada uno con los suyos, no es necesario ser besucones, no necesitamos demostrarnos el amor en directo, ni con público, nosotros, los Barrancos, lo hacemos solo cuando es necesario, mordiendo la lengua, amenazando con un puñetazo, o arrancando cebolletas de la huerta de mi Pápa, que ya no puede.

LVM




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