jueves, 26 de mayo de 2016

LÉASE A TODA VELOCIDAD, SON CASI DOS FOLIOS, AVISO.

¿Por qué no me interesa en absoluto nada que tenga que ver con el escaparate habitual de artistas, escritores, concursos, conferencias, lecturas de poesías…? Yo prefiero irme a mi barco. 

Al fin y al cabo es una forma más de promocionar la cultura, me parece bien que se hagan esas cosas, pero yo ¿por qué nos soy capaz de venderme? 

Ni menciono a las personas que me rodean, quitando a familia y amigos muy directos, que he escrito un libro, que es el segundo ya y que estoy liada con el tercero.

Me he comprado un ordenador de esos que se descabezan la pantalla y que se puede escribir en la cama sin que arda el edredón, que se puede manejar con el dedito además de con el teclado, y lo más importante de todo, que tiene la tecla suprimir en la esquina superior izquierda (quise decir derecha), que es donde tiene que estar para que yo no tenga ni que buscarla.

Y es que son muchas las veces que hay que dar a suprimir para escribir un libro.

Escribo muy deprisa, si no está  todo donde yo espero y sin que nada me frene, me desespero. Y es que yo escribo como el que se está cagando después de una semana con un todo incluido en un hotelazo donde el water no es el suyo…

léase ESTO ES QUE TE CAGAS, a toda velocidad antes de continuar. 
http://lenguavivamata.blogspot.com.es/2011/04/esto-es-que-te-cagas.html

Además mi cerebro está un poco lisiado, como les pasa a los cerebros de los viejos que ya se le han muerto muchas neuronas.  Como yo quiero que esté ahí la tecla suprimir, mil veces le daré a la otra, la que está en su lugar. 

No me acostumbro a no equivocarme, no me acostumbraré nunca a ese teclado, no soy capaz de mandar en mi cerebro la orden de darle a la tecla suprimir directamente, lo que hago desde que me cambiaron el teclado es que le darle a la otra tecla, luego rápidamente envío a mi cerebro la orden de hacerlo bien y todo eso a gran velocidad.

Eso cada vez que le tengo que dar a la tecla suprimir.

¿Mejor que esté la tecla en su sitio no? Teniendo en cuenta que la última vez fueron casi 50.000 palabras, cada una de ellas formada por varias letras,  repartidas en frases que se agrupaban por párrafos en mis distintos lengüetazos.

Este tercer libro me da miedo, nadie puede saber nada, no me preguntéis. Cuando lo leáis sabréis porque. Lo digo igual que con la la presentación del libro de Miguel, que leyendo el libro ya sabéis porque tenía que ser el día dos del cuatro.

No podría escribir tranquila si se sabe quién es el personaje, esta vez será totalmente secreto. No me preguntéis, lo negaré todo, no escribiría con libertad.

Al principio pensé en camuflar la historia, es dolorosa de cojones, utilizar la tercera persona, que no hable el personaje, que sea un narrador, más ajeno al dolor.

No quería que me encasillaran como "la contadora de vidas", las vidas de otros y la mía la primera, que para eso va la burra delante.

Este libro casero número tres, me va a doler más que el uno, que es de mi vida, pero que no me podéis pedir porque no tengo, ya vendí todos los que tenía que vender.

Antes de ayer fui de viaje. Salí después de comer y por la noche estaba en casa. Solo una hora y media con los personajes en el escenario de los hechos me bastaron para guardar todo el libro en mi cabeza.

Ahora solo queda tirar del hilo y contar.

Que me perdone la gente que espera mucho más de mí, que me perdone mi Paco el primero, pero yo no sé escribir. 

Como decía Paco de Lucía: yo de música no sé. Perdón por la comparación, con un grande tan grande, pero es que es el ejemplo que más pienso que puede entenderse.

Puedo contar historias de miedo para un fuego de campamento, puedo contar guarreridas para echarnos unas risas, que es lo que me pasa a mí cuando leo esas cosas. 

Puedo hacer poesías que no están mal, no digo yo nada, pobres, servir sirven para un ratillo de un par de ellas y para de contar. Me aburre enormemente la poesía.

Lo que yo creo que de verdad, verdad, a mi me gusta, me llena, me provoca, me hace llorar cuando escribo, encorajarme, indignarme … son las historias verdaderas.

Escupo las letras como loca, a toda velocidad, como si me quemaran a partir de que las tengo en la cabeza, creo que se me entiende, que no hay segundas intenciones, que no busco decir una cosa y escribo otra para que el lector entienda otra distinta. 

Con las historias verdaderas, no hay más que rascar, todo está dicho, todo es verdad y todo está contado como mejor sé y para que me entendáis rápidamente.

Seguramente miles de millones de escritores pensarán:

- ¡Qué tía más simple!

Si, es verdad, soy muy simple, joder que si, que el que lo quiera comprobar que me conozca. 

Soy la vieja del visillo, me encanta enterarme de cosas y contarlas, soy la india de la tribu que transmite conocimientos con la palabra, solo que yo lo hago con letras, a toda velocidad y mientras pienso escribo, a no ser que no encuentre la tecla de suprimir, entonces ya me paro y no me entero de por donde iba hablando por escrito.

No me llaméis escritora si eso implica más cosas, que yo quiero seguir siendo la india Pocagua que vive en su barco y cuando llegan rostros pálidos a curiosear su territorio les tira flechas desde lo alto del coche volador.

 ¡Madre mía! ¡ xD bendito, no para esta lengua mía!




2 comentarios:

  1. yo no tengo nada que decir, no me creo nada, creo...o creemos más en ti que tú misma, en fin, a la noche lo veremos.

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  2. Me pongo roja, y soy roja las dos cosa.

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