La Nanci y el Lucas, esos si que estaban todo el día
follando.
¿Por qué? Porque los dirigían mujeres pequeñitas, niñas. Nosotras somos más románticas y ellos conducen mejor, no ves que solo jugaban con coches, salvando las excepciones que confirmaban la regla, al menos en mi infancia.
Yo le arranqué la cabeza al
Lucas de tanto darle besos con lengua a la Nanci. Los despelotába, los hacía dormían
juntos, comían, hablaban de sus cosas...
No sabía muy bien que es lo que hacían entre las sábanas pero yo los refregaba, no tenían nada debajo de los pantalones que me diera pistas de qué es lo que se hacía después de los besos, pero yo sabía que tenían desnudarse,
besarse y acostarse juntos.
Pero la pasión era la misma, repetitiva, a máximo
nivel.
En las relaciones humanas pasa eso, pero solo los primeros
días, después poco a poco la realidad de la vida te va alejando de la pasión, no
se puede mantener el nivel de la Nanci y el Lucas toda la vida.
Pronto aparecen los inconvenientes que no estaban allí
cuando el fuego del amor era intenso.
¿Qué hay que hacer para mantener el fuego del amor?
Casarse.
No, no, no, es broma, todo lo contrario, relajar la cuerda,
obrar en libertad, ir, venir, actuar y provocar al otro.
La inseguridad es fantástica, pero también es un problema
para poder hacer planes de futuro.
La libertad es maravillosa, pero desorienta
un poco.
En definitiva el fuego del amor ha de ser alimentado, con
lujuria y muchas risas, y algún que otro palmetazo en el culo, para despertar a
los que se están durmiendo en los laureles.
LVM
No hay comentarios:
Publicar un comentario