viernes, 13 de mayo de 2016

EL MATRIMONIO

Ningún papel puede conmigo.

Firmado por dos testigos, el novio y yo, además del Papa de Roma, no pudo conmigo.  

Yo creo en el matrimonio, pero ni que me hicieran firmar un paquete DIN A4 podría hacer que yo dejara de ser libre.

Ni quinientos mil invitados, menos quinientos o mil, testigos de mi boda, en pantallas gigantes, podrían hacer que yo me quedara hasta la muerte con un hombre.

Ni todos los prejuicios del mundo, ni todas las buenas apariencias, ni el Pato Donald ni Pluto en persona podrían hacer que yo permaneciera al lado de un hombre en la salud o en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza, ni mucho menos, todos los días de mi vida, que al menos los viernes tendría que quedar con la Fea para ponerlo verde.

Es cierto:

Yo creo en el matrimonio, y si es por la iglesia mejor.

Que mayor sacrilegio que yo me case por la iglesia, la próxima vez elegiré otra religión porque la Católica no me lo permite, pero me voy a casar, eso es cierto rotundamente.

¿Por qué me caso?

Porque siempre me gustó hacer todo lo que social-mente estaba mal visto  
¿Qué es lo que está mal visto en mi entorno social? 

Tener muchos hijos, casarme, mucho más después de un matrimonio,  montar un árbol en Navidad, regalar flores, decir te quiero, besuquear, ser débil…

Con esto quiero advertir a mis futuros maridos, porque yo no digo que me case solo con un hombre, que si ellos lo permiten, volveré a escandalizar y a rizar el rizo, y me casaré una y otra vez con los hombres de los de los que me enamore, siempre que me lo permita la ley del país donde resida.

Debo advertir a todo bicho viviente, que, si se descuida, me caso con él, y si no quiere, con otro bicho viviente.

Y es que me pasa que para yo tener la excusa para hacer mi nido con un hombre, necesito el matrimonio.  Aún me quedan cuatro años y diez meses, exactamente cuándo den las doce, para poder considerar que mis pollitos pueden ser lanzados al vacío fuera de mi nido, una vez transcurrido este tiempo, yo volveré a casarme.

O no.

Volveré a casarme hasta vieja viejísima, porque me encantará casarme de vieja, con noventa años, con todos los nietos cerca, de blanco y sin sujetador, para que se marquen los pezones y que mis tetas me lleguen a la cintura  que si no, no es lo suficientemente escandaloso.

Si es con el mismo marido o los mismos maridos  pues perfecto, serán las bodas de plata, pero si son distintos pues mejor porque será más escandaloso todavía.

En mi primera boda fui andando, porque era lo que peor visto, esta vez con limusina para hacer gasto y ser consumista, que es lo que siempre nos echan en cara a los comunistas. Nosotros no podemos ni tener coche, como es mi caso, pero no por comunista, por matada.


Y al afortunado lo quiero ver feliz ese día, loco perdido, palmeándome el culo delante de todos los invitados, vestido de Elvis o de  Dark Vader.

Si te digo la verdad, me da exactamente igual, es mi vida tan placentera y bonica que no creo que nada en el mundo puede hoy alterar mi tranquilidad, mejor no me caso. 

LVM

2 comentarios: