lunes, 6 de junio de 2016

¡QUÉ MALA!

Las tres cincuenta y cuatro, noche de vela. Otra vez me pide el cuerpo azúcar y café. No tengo chocolate porque a mi niña le encanta y le salen muchos granitos, más de la cuenta.

Ando pensando en mis cosas y ¿Quién me escucha? Mi blog.

Se acerca el nueve de junio, el día de mi despertar. Casi un año para abrir el blog y escribir públicamente, pero desde este día soy una persona distinta. Duermo mucho menos, cada vez menos. Esto hace que mi equilibrio mental varíe, no tanto como para quitarme a mis hijos, que si no seguro que ya lo habría hecho mi exmarido. Bueno no, no creo que se le ocurriera aunque fuera loca de atar, no hasta que no den menos guerra o traigan más cuenta, para entonces ya serán grandes.

Ando aquí penando y pensando y midiendo mis palabras para no ofender a los míos, pero intentando librarme de tantos pensamientos que en definitiva es para lo que hice el blog.

Pienso y me digo a mí misma:

  • ¡Cómo me hubiera gustado ser cristiana!
¡Es tan difícil tener la conciencia tranquila si no se es cristiano!

Si, cristiana. Nacer en una familia creyente que me inculcara esas ideas. Poder pedir perdón por mis pecados y quedar limpia. Comer del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y que me dé la paz, y sobre todo que me libre del mal.

Para yo tener la conciencia tranquila, tengo que hacer las cosas bien, no tener tantos sentimientos y resolver las cosas con sangre fría. No mentir aunque sea más cómodo. No dar motivos para pedir perdón o los que dé que sean lo más leves posibles. 

No pediré jamás perdón, si en algo los dañé, pago.

Intentaré hacer algunas cosas bien para que el balance sea positivo, pero como en contabilidad, no se borran los apuntes, que si eso ocurre, mosquea al auditor.

No pediré perdón nunca a nadie, que me perdone Dios misericordioso, pero no doy lo que no pido para mí. 

Si algo hice mal, no me perdones, como yo tampoco perdono a los que me ofendieron. Mejor mantente alejado de mi vida que hay más gente por el mundo, seguramente nos haremos un favor mutuo. 

Con esto quiero decir que no te perdonaré jamás, busca a un cura que te confiese si tienes la suerte de ser cristiano, pero conmigo no te cruces porque soy Barranca y sabes que con la labia tan buena que tengo, te voy a meter latigazos hasta morir de un supuesto ataque de ansiedad justo antes de que te den la extrema unción esa, de manera que tu alma estará penando por el purgatorio toda la vida.

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