martes, 7 de junio de 2016

SE ACERCA EL 9 DE JUNIO

Cada vez que veo la vida que he llevado estos seis años y la vida que llevan mis hijos, me pongo eufórica. 

No lo digo por mí, si es que nuestra vida ha mejorado para todos. Ahora mismo la mayor está en Barcelona, hoy se examina para el acceso a Canto en la ESMUC, ya hizo el teórico y la semana que viene tiene que hacer Contrabajo. Es un sueño cumplido, ha sido posible solo porque yo soy la que decido y pago claro.

El otro mayor, de la primera tanda de mellizos,  ya termina otro de mis sueños, estudiar Ebanistería, en una escuela. Si quiere puede seguir estudiando o comenzar a trabajar, lo que él quiera, no todo el mundo puede decir lo mismo.

Y es que es uno de mis sueños, estudiar ebanistería, pero coincide con el de mi hijo porque algo deben llevar en la sangre los Barrancos, que somos un poco castores constructores, la madera es nuestra debilidad. 

Con dieciocho meses clavaba puntas en el taller de los titos que le daban martillos de verdad, claro. Luego venían los Reyes Magos con herramientas de plástico, y nos miraba como diciendo:

-          ¡Estos están Gilipollas o qué! ¡Cómo voy a clavar puntas con esta mierda!

Ponía cara de bueno, me gusta, y se dejaba hacer fotos, luego le metía un bocado a las herramientas y las dejaba allí, para de vez en cuando quitarse el mono, pero donde disfrutaba era en el taller, sin camiseta, solo con el pañal, aspirando serrín y alguna que otra vez cola y barniz. 

No tardó mucho en controlar sus esfínteres, pero fue después de clavar puntas. Con tres años partía almendras a la velocidad de un adulto.

Cierto, una irresponsable y una mala madre, eso soy de siempre, no es de ahora de mis años de libertad, ya lo era desde que parí, y  ellos saben desde su nacimiento que su madre va a abandonarlos, en cualquier momento, a partir de que pueda hacerlo.

Y los mellizos pequeños ya no son tanto. Saben que los voy a abandonar también y ayer mismo fueron por primera vez a comprar víveres con su propia tarjeta. 

Cada uno tiene la suya, es gratuita, que por eso no se va a gastar más dinero, saben que mueren si compran tonterías, me trajeron un pollo para que lo hiciera como me enseñó mi chico, que parece ser que está bueno.

Cocino muy mal, pero sigo órdenes del chef.


Eso es ser un niño independiente, si no traen el pollo, no comen. Eso sí, tontos no son, el pedido lo hicieron en el super y se lo trajeron a casa como los señoritos. 

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